lunes, 8 de diciembre de 2008

Apaga y vámonos

El sábado por la noche presencié (vía televisión por cable) una de las madrinas menos esperadas en el mundo boxístico en los últimos 10 años.
La víctima de esta masacre fue el famoso boxeador mexico-americano Óscar De La Hoya y su verdugo fue nada más y nada menos que nuestro odiado Manny "el devorador de mexicanos" Pacquiao.
La verdad es que yo esperaba que por lo menos De La Hoya le presentara pelea al filipino y muy en el fondo esperaba que le partiera su mandarina, por que la verdad es que ya estoy harto de ver a ese wey madrearse a tanto paisano.
Pero toda esperanza se fue al carajo con el primer derechazo que "Pacman" le metió a de la Hoya por enmedio de su guardia y lo volvió a atacar con una ráfaga de golpes a la cual Oscar no pudo reaccionar para contraatacar.
Fue realmente penoso ver cómo el pómulo izquierdo de Óscar se hinchaba cada vez más con el paso de los rounds mientras Manny apenas sudaba.
Creo que después de esto De La Hoya debe pensar en el retiro, pues no metió las manitas más que para intentar en vano detener los cañonazos de Pacquiao, quien vive su mejor momento como boxeador.
Si usted cree que estoy exagerando al decir que en verdad fue un combate disparejo, talvez con mencionarle que sólo en el séptimo round el asiático logró acomodarle 47 golpes en el rostro a su adversario mientras sólo recibió 4 de cambio, quedará convencido de que de la Hoya recibió la paliza de su vida.
Ya a colgar los guantes Óscar, para qué nos seguimos haciendo pen...

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