miércoles, 6 de mayo de 2009

I love Scotland !! (octava parte)

Día 5 por la mañana: Derrota internacional

La mañana de aquel domingo 25 de diciembre fue muy especial. Me desperté a las 7:47 a.m. deseando que este día tuviera 48 horas de duración y no 24 porque prácticamente era mi último día en Escocia ya que el lunes tenía que estar en el aeropuerto de Glasgow a las 7 de la mañana para emprender el viaje de regreso a mi vida normal en la Ciudad de México.

Karen me rodeaba con su brazo izquierdo y su cabeza descansaba sobre mi hombro. No tuve que esperar mucho para que su reloj despertador anunciara las 8 de la mañana para levantarnos de la cama para tomar un baño, desayunar y esperar a que Craig pasara por mí a las 9:30 para ir a jugar futbol con sus amigos mientras Karen iría a casa de su hermana Katrina para recoger algo que me iban a regalar y después ella nos alcanzaría en el lugar a donde iríamos a jugar.

Durante el desayuno Karen y yo nos pusimos a soñar juntos y a hacer planes a futuro. Yo la invité a venir a México de vacaciones en verano para llevarla a conocer la ciudad y después a la playa... tal vez a Puerto Escondido. Ella por su parte me propuso volver a Escocia para llevarme a conocer el norte del país en donde se encuentran lugares como el famoso Lago Ness y la ciudad capital, Edimburgo. También mencionó la posibilidad de viajar juntos a Grecia, país que ella visitó hace dos años.

Aún no terminábamos de desayunar cuando el timbre de la puerta anunció la llegada de Craig, quien vestía pants de color negro y la camiseta del equipo local de Paisley que en estos momentos juega en la tercera división escocesa. Yo vestía, como era de esperarse, ¡¡la gloriosa camiseta de los Pumas de la UNAM!!, y unos pants azules. Terminé de alistarme, besé a Karen y salí corriendo con Craig hacia el carro de uno de sus cuates donde ya todos estaban montados y listos para romperse el alma en la cancha jajaja.

"The gang" como ellos se hacen llamar, son un grupo de tipos muy divertidos, sencillos y sobre todo amigables. Sus edades oscilan de entre los 21 y 23 años de edad siendo Craig el más joven con 19. Yo esperaba llegar a jugar a un parque o algo así, pero en vez de eso llegamos a un club deportivo donde ingresamos a una cancha de futbol rápido, la cual teníamos para nosotros solitos gracias a la membresía del papá de uno de ellos. Se iniciaron los balonazos, los centros al área, los disparos al arco, las jugadas de fantasía y todo aquello que se hace antes de planear un partido más "formal".

Éramos seis y no nos pareció buena idea formar dos equipos para jugar, así que les hicimos la reta a otros tipos que estaban jugando en la cancha de al lado y entonces sí aquello tomaba más tinte de un día futbolero. Ellos eran mayores que nosotros, por lo menos un par ya le tiraba a los 28, 29 años... o tal vez hasta 30.

Se inició el partido y ellos mostraron inmediatamente su estrategia golpeando con rudeza innecesaria a uno de los amigos de Craig provocando que a éste se le saliera el aire del estómago. Así continuamos jugando, recibiendo patadas y empujones hasta que uno de los nuestros marcó el primer gol y la cosa se puso peor, pues aquellos weyes tal vez creían que estaban perdiendo la final del mundial o algo así y de plano tiraron hachazos a diestra y siniestra, pero no nos rajamos y seguimos jugando.

Yo recibí hasta tres patadas en una sola jugada y ya empezaba a cansarme. Un par de minutos después Craig me llamó y me dijo "ya llegó el apoyo", me giré a mi derecha y ahí estaban Gemma y Karen saludándonos.

Ningún hombre que esté leyendo esto me va a negar que es imposible sacar la casta cuando está siendo observado por su novia o esposa, ninguno va a negar que hasta se hincha el pecho, se cierran los puños, se aprietan los dientes y te pones a las patadas con cualquiera... y eso nos pasó exactamente a Craig y a mí.

De repente vi un cambió drástico en él, pues corría, metía y pedía el balón como si su vida dependiera de ello, "ahhh no, ni madres wey, tú no vas a ser el héroe", pensé, y me apliqué más en servir pases a mis compañeros, defender como fuera nuestra portería y a pelearles el balón de igual a igual a los contrarios.

A pesar de nuestro esfuerzo ya íbamos perdiendo 3-1 y los imbéciles del otro equipo empezaban a actuar de manera fanfarrona tratando de ridiculizarnos en las jugadas que hacían; hasta el puto del portero quería salir controlando el balón hasta la media cancha. Yo volteaba a ver a Karen y aunque ella se mostraba entusiasmada, sabía que no era verdad, pues no tenía esa mirada traviesa de cuando en verdad lo está... supongo que estaba desilusionada de ver cómo nos daban una paliza y se burlaban de nosotros.

Cayó el cuarto gol de ellos y la burla ya era descarada con bailecitos idiotas haciendo referencia a nuestro acribillado portero. Yo ya estaba hasta la madre, Craig ya estaba hasta la madre y el resto también. Empezamos a jugar con más fuerza física, sin duda ya no tomando el asunto como un simple juego, sino como algo personal. Para mí se volvió personal cuando escuché a un par de ellos hablando de Karen y sus pechos de manera ofensiva... incluso uno dijo que la invitaría a tomar una cerveza para después follársela en su departamento… y con eso me bastó.

Durante el resto del partido me pasé cazando a ese par para ver si lograba acomodarles unas patadas de manera disimulada y lo hice, pero uno de ellos me encaró, me dijo no sé que madres y me empujó. Antes de que yo pudiera responderle el empujón después de mentarle su madre en español, uno de los amigos de Craig me apartó para calmar las cosas... a lo lejos escuché a Gemma gritar "come on guys don't fight with them!!".

Así pues, seguimos jugando duro y logramos hacer otro gol que festejamos como si fuéramos ganando. El partido se acabó y perdimos 4-2 pero no salimos de ahí avergonzados ni nada de eso, de hecho todos estábamos con la cara en alto sabiendo que aunque no ganamos tampoco nos dejamos pisotear por aquellos pendejos y que por lo menos tres se fueron con un buen patín en las piernas, uno hasta en las criadillas que yo le apliqué sin querer queriendo.

Cuando llegamos hasta donde estaban las chicas, los seis nos dejamos caer exhaustos y sudorosos. Ellas empezaron a animarnos diciendo que habíamos jugado bien. Karen me preguntó "¿estás bien?", "sí... pero perdimos" le contesté, ella sólo me tomó la mano y dijo estar contenta por haberme visto valiente frente a los otros que eran mucho más altos que yo... claro que le planté un beso de telenovela después de que dijo eso.

Salimos del deportivo y nos fuimos a casa de Craig y Gemma a descansar y platicar un rato acerca del partido y para hacer planes para la tarde y noche.

Más adelante continuaré con el relato de mi última tarde en Paisley. ¡Adiós!

lunes, 27 de abril de 2009

I love Scotland!! (séptima parte)

Final día 4: Noche Buena a lo scottish

Craig, Gemma y yo llegamos a casa de Iris al rededor de las 8:30 p.m., el frío estaba del carajo y la neblina comenzaba a bloquearme la vista. Al entrar, Gemma y yo empezamos a presumir nuestras compras en el centro comercial y Alex no dejaba de levantar sus pulgares en aprobación a mi decisión de comprar camisetas del Rangers en lugar de camisetas del Celtic, pues él es hincha de hueso colorado del equipo azul (en realidad también quería tener la del Celtic pero estaban mucho más caras que las del Rangers). Unos veinte minutos después Alex me pidió que lo acompañara a dejar a Craig y Gemma a su casa para después pasar a recoger a Alex jr a casa de su abuela, así que esta vez decidí ponerme chamarra y guantes para soportar el frío de afuera. El trayecto no fue fácil, pues Alex tuvo que batallar mucho con la neblina y lo resbaladizo que estaba el camino a causa del aguanieve que empezaba a caer. Antes de llegar a casa de mis "shopping mates", ya no podía sentir mis pies y mis manos se movían con dificultad, así que Alex se apresuró para llegar a nuestra primera parada. Craig y Gemma se bajaron del auto y al despedirse, él me dijo algo que me cayó de sorpresa "mañana paso por ti porque quiero invitarte a jugar futbol con mis amigos", era perfecto, iba a conocer gente nueva y a disfrutar de una cascarita de futbol en el extranjero... el sueño de todo futbolista de llano jajajaja.
Llegamos a casa de la mamá de Alex, donde había estado esperando con ansias nuestra llegada el buen Alex jr. La señora me recibió como si fuera uno más de sus nietos, pues ya había tenido la oportunidad de escuchar acerca de mí cuando Iris y Alex le llamaron por teléfono días antes y cuando fueron a dejar a su hijo por un rato para que conviviera con ella... y al parecer había causado una muy buena impresión en la familia por la forma en la que fui recibido... ¡con un regalo! La señora me regaló un disco de música típica de Escocia, pero no de gaita sino de "pan pipes bands" que es más rítmica y alegre.
Después de conversar un rato con ella acerca de mi experiencia en Escocia y un poco de mi vida acá en México, llegó la hora de despedirnos, la abuelita me dio un abrazo y tomando mi cara con ambas manos me dijo "ha sido un placer conocerte Victor, espero que vuelvas pronto a visitarnos", yo le dije que sin duda regresaré algún día y que lo haría lo más pronto posible. Durante el regreso a casa sólo platiqué con Alex acerca de lo que habíamos hecho en el centro comercial y del tormento por el cual nos hizo pasar la novia de su hijo, lo que le causó mucha gracia.
Llegamos a casa, ayudé a Alex jr a bajar del auto y al entrar a la casa ahí estaba ella sentada tomando una taza de café y sonriéndome con esa carita de traviesa que ya conocía bien... Dios, cómo había extrañado a Karen a lo largo del día. Ella se levantó, me dio un beso y me condujo a la cocina para prepararme una taza de leche caliente para combatir el frío. "Te extrañé" le dije mientras ella me pasaba la taza, "yo también te extrañé... pero te lo pasaste bien con Gemma y Craig, ¿verdad?" me respondió ella, "sí, nos divertimos y conocí más lugares de la ciudad, pero aun así me hubiera gustado que hubieses ido con nosotros", aquel comentario me hizo acreedor a un beso tan intenso que ya no necesité la leche para quitarme el frío.
Nos reunimos en la sala con los papás, quienes ya habían abierto la botella de tequila que les regalé a mi llegada y otra de whisky. Me sacó un poco de onda que no se haya organizado una reunión familiar como la que se acostumbra en México... no hubo pavo ni pierna ni pasta ni nada de nada, sólo los cuatro ahí sentados platicando y bebiendo. Después Karen me diría que la razón por la cual no se festeja como le expliqué que se hace en México, es que la gran mayoría de la población escocesa es protestante y ellos sólo festejan el día 25, o sea Navidad.
Para mí era raro no ver el escándalo que generalmente hace mi familia en casa, las risas, la música y todo eso a lo que estoy acostumbrado a vivir año con año en mi país, pero acepté de buena gana la situación y sólo me preocupé por festejar al estilo de ellos.
Las horas pasaron entre relatos de la niñez de Iris y Alex, las travesuras de Karen cuando era más pequeña, las hazañas de Craig jugando futbol para el Everton de Inglaterra y lo tímida que era Gemma cuando la conocieron hace 10 años. Al dar las 12:30 de la noche Alex alzó sus brazos en júbilo gritando "Merry Christmas!!", abrazó a su esposa y la besó deseándole felicidad. Karen y yo volteamos a vernos uno al otro de manera instantánea, repetimos el gesto de Alex y nos dimos un largo y apasionado beso, el cual se interrumpió cuando escuchamos a Iris y Alex riendo y diciendo al mismo tiempo "ohhh kissy kissy!!", Karen y yo nos pusimos rojos de la pena y después nos tiramos a carcajadas. Algunos minutos después, Iris se levantó para buscar una caja que había ocultado muy bien detrás de uno de los sillones y me la entregó en las manos, de inmediato supe que era un regalo y me levanté para agradecérselo y darle un abrazo, al voltearme vi a Karen también con una bolsa en la mano y me la entregó para después decirme mientras acariciaba mi cabello "Merry Christmas baby" ¡uuufff! casi me derrito ahí mismo. También Alex se levantó del sillón y sacó una caja de no sé dónde y me la entregó, "here you go fella!!". De repente me encontré sintiendo un nudo en la garganta y sin poder pronunciar una sola palabra, estaba muy emocionado. "Wow, no tenían que darme nada, ya me han dado mucho con aceptarme en su casa durante toda esta semana, gracias de verdad... lo siento, yo no tengo nada que darles ahorita", les dije a los tres cuando pude recuperar el habla. Los tres hicieron el clásico gesto con la mano de "no hay problema".
"Tú sin darte cuenta nos has dado mucho Victor, trajiste alegría a la familia con tu presencia y hasta nos hiciste más unidos... antes no podía lograr que Alex faltara a su trabajo aunque fuera un día para estar juntos y ahora no ha ido a trabajar en toda la semana, eso gracias a que estás aquí... durante los últimos días he visto más a mi hija que en los últimos meses y eso también por que estás tú aquí, así que no creas que no nos has dado nada hijo, te debemos mucho", dijo Iris mostrando su lado sensible con los ojos llenos de agua... yo sólo la abracé sin decir nada.
Llegó la hora de brindar y Alex me convenció para que por lo menos me tomara una copa de whisky con ellos y la acepté olvidándome de mi problema de salud, pues bien valía la pena un poco más de triglicéridos en mi sangre por vivir aquel momento. Brindamos por la esperanza de volvernos a ver en un futuro cercano, nos abrazamos y ellos me pidieron entusiasmados que abriera mis regalos. Iris me ragaló una camiseta amarilla que está adornada por un par de "leones rampantes" que son el símbolo que aparece en el escudo nacional de Escocia. Alex me regaló un estuche con lociones para después de afeitarme y Karen me regaló una camiseta del Rangers, igualita a la que había comprado unas horas antes, pero esta se veía más bonita por alguna extraña razón e inmediatamente me la puse para darle el gusto de verme vistiendo los colores de su equipo favorito.
Ya eran las 2:30 de la mañana y Karen ya estaba cansada, así que nos despedimos de Iris y Alex para tomar un taxi que nos llevó al departamento de mi novia. Al llegar, Karen parecía haber perdido por completo el sueño, me abrazó por el cuello, me sonrió y dijo "¿qué esperas para besarme y llevarme al cuarto guapo?" y así empezamos a vivir lo que sería nuestra última noche juntos.
Así fue como pasé la víspera de Navidad en Escocia y aunque diferente, lo disfruté mucho.

I love Scotland!! (sexta parte)

Continuación día 4: Todas las chicas son iguales

Al llegar a casa después de visitar el monumento a William Wallace y de haber respirado un poco de historia escocésa, nos encontramos con Craig y su novia Gemma, quienes estaban ansiosos por compartir un día conmigo en la ciudad para mostrarme algunos lugares interesantes, recorrer las calles y echar un ojo a un centro comercial, pues Gemma tenía el deseo de comprar algunas prendas nuevas para una ocasión especial... supuse que para Navidad.
Yo llegué y dije "vámonos riendo!", pero Craig me detuvo para darme un consejo que sin duda terminaría agradeciéndole al término del día "creo que es mejor que te cambies los pants que traes puestos y te pongas jeans, porque vamos a regresar tarde y el frío te va a matar si te vas así", entonces escuchando las sabias palabras de Craig corrí escaleras arriba para buscar mis jeans. Aprovechando que me estaba cambiando de ropa otra vez, decidí buscar en mi maleta la gloriosa sudadera dorada de los Pumas para mostrarle a Escocia los colores más sagrados del fútbol a nivel mundial.
Nos despedimos de Iris y Alex para salir a caminar hacia una estación de autobús que me pareció un poco retirada de casa pero la caminada me hizo bien y además pude ver un poco más del lugar. Al subir al camión compramos unos boletos de viaje que nos servirían para tomar el bus durante todo ese día y tomamos nuestros asientos. En un gesto de amabilidad, Craig y Gemma decidieron que en todos los traslados yo me sentara al lado de ella para que pudiera sentirme más agusto y pudiera preguntarle sobre las calles, edificios o cualquier cosa que se me ocurriera. En este momento y a estas alturas de mi relato me acordé de un dato que no les di acerca de mi ubicación geográfica durante mi estancia en Escocia, la cual no era en la ciudad de Glasgow precisamente, sino en Paisley, un condado cercano a Glasgow... es así como Ecatepec si lo queremos entender con la geografía de la capital en México, sólo que las distancias entre los lugares allá son mucho más cortas que aquí en la tierra de la torta y el taco. Una vez aclarado este asunto les cuento que nos dirigíamos en bus al centro de Paisley, donde se encuentra la Abadía, un lugar muy importante para los católicos del lugar.
La Abadía de Paisley sería para ellos lo que para nosotros es la Catedral del Centro Histórico. El templo fue construído en el siglo XII justo en el lugar donde alguna vez se levantó una importante iglesia celta en siglos anteriores. El lugar te hace sentirte remontado a la edad media, sus jardines interiores siguen siendo adornados por cruces de quella época y el altar principal está tan ricamente adornado que a cualquiera se le antojaría casorio con sólo verlo.
Después de tomarmos unas fotos a las afueras del lugar y de recorrer el interior, donde se me pidió no tomar fotos para no dañar las pinturas que lo adornan, volvimos a recorrer las calles de los alrededores. Habíamos caminado dos cuadras cuando de repente algo captó mi atención, se trataba de un par de chicas conversando justo en la esquina a la que nos dirijíamos... sí, ya sé lo que estás pensando "este wey ya andaba de perro"... ¡¡pero no!!, aunque sí eran un par de bomboncitos, lo que me llamó la atención de ellas era la lengua en la que estaban hablando, la cual de repente dejaba escapar palabras que se parecían al inglés pero en general no entendía nada de lo que decían. Discretamente le pregunté a Craig acerca de aquella lengua rara que hablaban las chicas y él me dijo "es gaélico... tampoco lo entiendo", fue entonces cuando me cayó del veinte de la nacionalidad de ellas dos y del porqué de su lengua imposible de entender para mí y mis dos acompañantes.
Seguimos caminando hasta llegar a nuestro destino principal... el centro comercial. Yo no iba con intención de comprar nada, pues tenía que ahorrar dinero para salir a cenar con Karen al otro día como habíamos planeado, pero no me pude resistir de entrar a echar un vistazo a la tienda oficial del Rangers FC, de donde salí con 5 camisetas del equipo que serían para mis hermanos, una para mí, un primo y uno de mis tíos que es tan fanático al juego como yo. Aquella compra me tomó unos cinco minutos y eso por que la cajera se tardó un poco... ¿por qué me tomó tan poco tiempo?, por que soy hombre y todo mundo sabe que cuando un hombre se mete a una tienda es porque ya sabe por lo que va o lo decide de inmediato al ver la mercancía. Después de la parada en la tienda del Rangers llegó el turno de la dama del grupo y créanme, no hay diferencia entre las chicas de allá con las mexicanas cuando se trata de ir a un centro comercial.
Por espacio de 3 horas y media Craig y yo recorrimos más o menos 8 tiendas siguiendo los pasos de la dulce Gemma que no se decidía entre qué blusa comprar, los zapatos que mejor harían juego con el pantalón que acababa de adquirir, los accesorios que se le verían mejor con todo el atuendo, el color del cinturón y hasta el maquillaje que mejor hiciera juego con sus prendas. La chica se probó cientos, miles... un chingo de ropa, a pesar de los esfuerzos de Craig y yo por mostrarnos cada vez más entusiasmados con los atuendos que ella salía a mostrarnos para que se decidiera por cualquiera lo antes posible y acabar con el martirio. "Discúlpala... supongo que las mujeres en México no son así" dijo Craig y yo casi me atraganto con el trago de agua que tomaba en aquel momento. "No te preocupes, las mexicanas son iguales o hasta peores cuando salen de compras... especialmente si van con el novio", y con esas palabras logré disipar un poco de la preocupación de Craig por la tardanza de su novia para elegir lo que iba a llevarse.
"Qué bueno que no vino Karen porque hubiéramos tenido que acampar aquí mismo en lo que ellas dos se decidían por algo en definitiva" dijo él antes de darme una palmadita en la espalda en señal de compañerismo. Finalmente vimos salir a Gemma del probador vistiendo un pantalón negro, una blusa del mismo color pero que brillaba, zapatos de tacón y una gargantilla y aretes que hacían armonía con todo lo demas... en verdad se veía muy guapa. Con un reflejo ya de desesperación, Craig y yo levantamos ambos dedos pulgares y sonreímos mostrando aprobación, afortunadamente esta vez fuimos lo suficientemente convincentes para evitar que Gemma se dirijiera a escoger otra ropa, la tortura había terminado.
Después de que el buen Craig pagó los artículos que se llevaría su prometida llegó la hora de ir a comer, ¡¡bendito Dios!! Mi compañero y yo nos atascamos un par de hamburguesas de McDonald's cada uno ante la sorprendida mirada de Gemma quien no pudo evitar decir "parece como si no hubieran comido en semanas o como si los hubieran puesto a trabajar todo el día sin parar"... chicas, ¿qué saben ellas del sufrimiento de un hombre? Pasamos el resto de la tarde ahí sentados hablando sobre películas, futbol, clases de besos y de más babosadas que se nos pudieron ocurrir para después tomar un taxi que nos llevaría de vuelta a casa de Iris y Alex.
En la próxima entrega les contaré lo que pasó en la celebración de la Noche Buena. Les dejo fotos de la Abadía (salgo con Gemma en una de ellas) y una foto de mis compañeros en el camión, ¡Adiós!

I love Scotland!! (quinta parte)

Día 4: Wallace Rules!!

Eran las nueve de la mañana. Escuchaba la voz de Karen muy lejana, ella me decía algo pero no alcanzaba a entenderle. Poco a poco empecé a abrir los ojos y su voz sonaba cada vez más cerca hasta que pude entender que me decía "Wake up sleepy head... come on wake up". Me tallé los ojos y cuando finalmente pude abrirlos la vi recostada a mi lado mirándome mientras acariciaba el lóbulo de mi oreja izquierda. "Good morning!, I will not ask how you slept because I already know hahahaha!", dijo con una gran sonrisa mientras yo me tomaba la cabeza con ambas manos y reía también. Intenté convencerla de volver a dormir pero ella se negó, pues me había despertado por una razón mucho más poderosa que el deseo de seguir durmiendo calientitos... su mamá nos esperaba para desayunar.
No hubo de otra más que levantarnos y darnos un baño caliente. En una hora ya estábamos listos para salir. Durante el camino a casa de mi... suegra/mamá... en el taxi, no pude evitar recargar mi cabeza en su hombro, cerrar los ojos e imaginar que seguía jetón en esa cómoda cama. Finalmente llegamos a casa de Iris y ya nos esperaban los dos Alex sentados a la mesa mientras la señora de la casa le daba el último toque al desayuno.
El desayuno estuvo delicioso como siempre, especialmente el tocino y aquel típico pan de allá del cual no recuerdo el nombre todavía. También comí un poco de fruta y me llamó mucho la atención el melón que tienen allá, pues sus colores son muy distintos al que tenemos en México porque la cáscara es amarilla y el resto del fruto es verde... un poco raro pero sabe igual. Después del desayuno Karen se tuvo que despedir por que tenía que ir a ver a su papá, John, a quien tendría el gusto de conocer más adelante. Yo subí al cuarto donde había permanecido mi maleta desde que la recuperé para cambiarme de ropa y estar listo para salir con Iris y Alex al supermercado... o por lo menos eso creí que haríamos. Nos subimos al Tsuru verde de la familia y nos pusimos en marcha. Diez minutos después pude ver una columna que se levantaba al centro de un pequeño parque. Al preguntarle a Alex de qué se trataba, él me respondió "es el monumento a William Wallace"... ¡¡ay wey!!, no lo podía creer, me encontraba a unos pasos de aquel lugar del que tanto había escuchado hablar, de aquel lugar donde el héroe más grande de Escocia había vivido su infancia, ¡¡aquel lugar donde siempre había querido estar desde chavito!!
El auto se detuvo y yo bajé del mismo casi tropezando con la banqueta de tanta emoción. Antes de salir corriendo a admirar la columna, me di la vuelta para mirar a aquella pareja para decirles "you guys are great!!".
Desde que pisas ese verde pasto puedes sentir que la atmósfera del lugar es diferente, que cientos de años de historia pasan entre tus dedos arrastrados por los soplidos del frío viento. Lo primero que hice fue leer la placa al pie de la columna que dice "Wallace fue un héroe de Escocia durante las guerras de independencia contra Inglaterra", "Este monumento fue levantado en su honor en el año de 1912 por iniciativa de la comunidad y es un lugar de gran importancia para los escoceses, por favor cuída este lugar". Me volví para mirar la columna de frente y la piel se me puso como de gallina, era genial estar ahí y en mi mente sonaba aquel grito de "Freedooooom!!" que Mel Gibson hizo famoso en su película "Braveheart". Los detalles con los que está adornada son magníficos, especialmente la parte frontal que tiene la representación del casco y hacha de William, así como la espada que está en la parte intermedia y la corona que se encuentra en la parte superior del monumento. Yo estaba perdido en mis pensamientos y seguramente tirando baba cuando la mano de Alex en mi hombro derecho me despertó para señalarme la parte posterior del parque donde se encuentra un viejo pero grande y fuerte roble que según la tradición es el roble de la familia Wallace donde William solía esconderse al jugar o cuando veía pasar soldados ingleses. No pude evitar el impulso de salir corriendo hacia el roble para verlo más de cerca y disfrutar de sus colores, textura y sombra.
Iris se ofreció a tomarme una fotografía mientras posaba al lado del roble, la cual podrán ver al final de esta nota. Antes de volvernos al auto faltaba la mejor parte y mi mamá/suegra se encargó de hacerlo más emocionante todavía. Iris me pidió que cerrara los ojos, me tomó de la mano y me llevó caminando algunos metros lejos del Roble Wallace. "Cuídado, hay un escalón y luego hay otro, pisa con cuídado para que no resbales... bien, ahora puedes abrir los ojos", me dijo... y de repente me encontraba en medio de algo que no hubiera imaginado jamás... ¡las ruinas de la casa de Wallace!, ¡sí!, estaba parado justo donde pudo haber sido su cuarto o talv ez donde se ponía a platicar con Malcom, su padre. A un par de metros de donde estaba parado se encuentra lo que alguna vez fue una chimenea y una suerte de parrilla donde pudo haber cocinado la carne que comía a diario. De inmediato Iris tomó la cámara y me animó a que posara sentado a un lado de aquellos restos de chimenea antes de que volviéramos a casa para encontrarnos con Craig y Gemma, quienes me esperaban para darme otra sorpresa.
Aquella mañana fue muy especial para mí porque siempre me ha gustado leer sobre aquel héroe escocés que se le puso al brinco a Inglaterra y logró que los escoceses se sintieran dueños de su país por primera vez desde que Longshanks había invadido sus tierras. He decidido dividir el relato de este día en dos partes, así que la próxima entrega terminaré de platicarles lo que sucedió durante la tarde, ¿vale? ¡Adiós!

I love Scotland!! (cuarta parte)

Día 3: ¡¡Ohhhh psss si estamos chupando tranquilos!!

Aquella mañana lo primero que percibí fue el aroma del cabello de Karen, moví mi brazo derecho para intentar jalar un poco la cobija que no me tapaba bien del frío en y al tratar de mover el brazo izquierdo me di cuenta de que lo tenía atrapado debajo de ella. Decidí no molestar a la nena haciendo un movimiento brusco para liberar mi brazo y con una voz tenue le dije al oído "Karen... ¿me puedes abrazar?, tengo frío", ella respondió con un "¿ah sí?... ven acá", se volteó hacia mí y me abrazó después de colocar la cobija de manera que nos tapara a ambos. Habremos dormido por otras tres horas cuando nos despertó el sonido de la rendija por donde el cartero deja la correspondencia, así que Karen se levantó a recoger el sobre que le acababan de entregar. No se trataba más que del clásico saludo navideño del banco con el que tienes una cuenta abierta... "uhhh que la chingada, ¿y por eso la hicieron levantarse?" fue lo que pensé al verla ahí sentada a mi lado leyendo el contenido del sobre. Karen se inclinó hacia su izquierda para alcanzar el control de la t.v. que se encuentra frente a su cama, la encendió y se volvió a acostar a mi lado pidiendo que la abrazara de nuevo. Vimos partes de varios programas, pues no encontramos uno que nos gustara a ambos. Después de fallar en el intento de compartir un rato de televisión por nuestros distintos gustos, Karen se volteó repentinamente y con esa cara de traviesa que hace cada vez que tiene una idea, me preguntó "¿tienes hambre?", claro que tenía hambre, ya eran las 11 de la mañana y no había comido ni madres desde la tarde anterior, ¡¡la tripa se me revolcaba de hambre!!... "sí, un poco", le respondí. Así pues, ella se levantó, tomó mi camisa que estaba en el suelo, se la puso y con un gesto coqueto salió del cuarto camino hacia la cocina. Yo me quedé ahí en el cuarto pensando en lo que había pasado durante la noche y no podía dejar de sonreir. Unos minutos después percibí el olor de la comida que Karen estaba preparando y mi tripa volvió a revolcarse de desesperación. El desayuno estaba listo y después de servir mi plato ella se sentó a mi lado para comenzar a desayunar juntos.
Mientras desayunábamos ese delicioso huevo con queso derretido encima acompañado de salchicha alemana y frijoles, recibimos la llamada telefónica de su madre, la cual yo no quería recibir a lo largo de todo ese día... Iris estaba en camino para recogerme. Terminamos el desayuno y nos preparamos para no ser sorprendidos por su mamá en pelotas.
Finalmente llegó Iris muerta de frío y mojada por la llovizna que no había parado desde la noche anterior. Después de hablar un poco sobre el clima y de hacer planes para esa noche, mi "nueva novia" como se denominó ella misma, me besó antes de que Iris y yo saliéramos del departamento a paso veloz hacia "un lugar" donde nos esperaba Alex, su esposo.
Después de caminar tres cuadras llegamos a la puerta de aquel lugar a donde me llevaba Iris de la mano, se trataba de una cantina o "pub" como se les conoce a esos lugares. El lugar me pareció muy agradable desde el primer momento, pues cuando entramos, la gente que estaba en la barra nos recibió con un "hey!!" y los brazos levantados sosteniendo los tarros llenos de cerveza... ¡un saludo de compas!
Junto a la barra encontramos a Alex platicando con otros dos hombres, nos acercamos e inmediatamente uno de sus amigos jaló un par de bancos para que Iris y yo nos sentáramos junto a ellos. No pude ni decir "hola" cuando uno de ellos, al que todos llaman "Doc" me había ofrecido cerveza en un tarro que estaba lleno casi hasta el borde, el cual rechacé a causa de mi condición de salud que me prohíbe beber alcohól, aunque estando en ese lugar sí me apetecía beber un poco de cerveza junto a ellos.
Algo que puedo afirmar acerca de los escoceses, es que son muy amigables, pues no sabían mi nombre ni de dónde había venido y ya me estaban tratando como si me conocieran desde años atrás. Cuando Alex les dijo que yo era mexicano me convertí en la novedad del lugar y gente sentada en otras mesas se empezó a acercar para saludarme. No faltó el que intentó decir algunas frases en español o hasta tarareó "la cucaracha".
Muchos confesaron que yo era el primer mexicano que conocían en su vida y se mostraron interesados en saber más acerca de nuestra cultura y en especial de las dimensiones de la Ciudad de México y del número de habitantes que la ocupan.
Algo que me sacó un poco de onda fue la idea que ellos tienen acerca de la vida cotidiana en México, pues al gunos creen que todavía vestimos trajes de charro como Pedro Infante en sus películas o que todos traemos un revolver o que tal vez nos detenemos a cantarle a las muchachas guapas que caminan por la calle... no nos podemos quejar, acá en México mucha gente cree que los escoceses visten faldas a diario.
Uno de ellos, David, me preguntó acerca de los taxis que tenemos acá, sí, de los bochitos. Según David, ese aspecto de México le llama mucho la atención porque en Europa es muy difícil encontrar un bochito en funcionamiento y más en el Reino Unido, pues es visto como el auto nazi por excelencia y no llegaron muchos de esos a las calles británicas. También conocí a un señor que es apodado "Popeye", y yo me preguntaba el porqué del apodo cuando aquel hombre se ajustó un poco el cabello y de repente hizo una de las caras más cagadas que haya visto en mi vida, claro, le tomé una foto para compartirla con ustedes.
Justo cuando estaba dando mis pronósticos para el mundial de futbol de Alemania, entró al bar un señor de aproximadamente 70 años de edad o tal vez un poco más al que todos saludaron con un estruendoso "heeey Johnny!!". De acuerdo con lo que me dijo Iris, el señor John había sido soldado durante muchos años y era un virtuoso con la gaita. Cuando John se acercó a saludar al grupo en donde me encontraba yo, Doc me presentó con él sin omitir mi nacionalidad y mi interés por escuchar algo de música salida de las "bag pipes" de John. Aquel hombre delgado y canoso se disculpó por no haber llevado su gaita consigo aquel día pero se acercó más para que pudiera escucharle decir "hijo, en tu honor voy a tocar algunas melodías", acto seguido sacó una armónica del bolsillo de su pantalón y comenzó a tocar las notas de una canción llamada "Scottish Soldier". A mí se me puso la piel de gallina al ver ese gesto de Johnn hacia mi presencia en el bar aquella tarde y no podía dejar de pensar en lo afortunado que era al estar ahí, justo ahí viviendo aquella experiencia. John tocó tres melodías más alegres, la gente de las mesas aplaudía al ritmo de la música y algunos más levantaban sus tarros para brindar mientras cantaban, fue genial. Un par de horas después nos tuvimos que despedir de los amigos, prácticamente me despedí de todos en el lugar, hasta de las despachadoras detrás de la barra.
Yo tenía que prepararme para salir de nuevo con Karen en algunas horas y mis "padres" a hacer compras en el supermercado. Por la noche volví a ver a Karen, quien tenía ganas de comer comida chatarra, así que fuimos a un Burger King y compramos un par de hamburguesas que son mucho más pequeñas que las que nos venden en México, así que la próxima vez que piensen en quejarse por lo caro que están, piénsenlo dos veces porque en verdad que estamos en la gloria a comparación de los británicos por que allá ni aderezo le ponen a la hamburguesa.
Karen y yo volvimos a su departamento y vimos una película llamada en español "Euroviaje Censurado", la cual ella puso con toda intención de hacerme reir por la similitud de mi viaje con el del tipo de la película. Nos abrazamos en el sillón mientras veíamos la película, compartimos la comida y después llegó la hora de ir a la cama a... dormir. Así terminaba otro emocionante día en Escocia, pero el siguiente lo sería también porque visitaría uno de los lugares más importantes para los escoceses y para muchas personas como yo que les gusta leer historias épicas de caballeros andantes... me refiero al Monumento a William Wallace, pero de esto les platico luego. ¡Adiós!

I love Scotland!! (tercera parte)

Día 2: Joyce who???

El timbrazo del teléfono me despertó, mis párpados se sentían pesados y mi espalda me dolía un poco, supongo que por haber pasado tanto tiempo sentado en el avión. Cuando pude abrir mis ojos no reconocí nada del entorno y me sorprendí "¡ay wey! ¿dónde estoy?... ahhh sí... estoy de refugiado... pinche Joyce!". Me quité de encima el par de cobijas que tenía y busqué mi reloj.
Eran las 11 de la mañana y me levanté de inmediato, pues seguramente mis anfitriones estarían pensando que era un huevonzote, y sí lo soy pero pues en casa ajena hay que aparentar lo contrario, ¿no?
Justo terminaba de ponerme los pantalones cuando alguien tocó a la puerta del cuarto, se trataba de Iris, me dio los buenos días y me dijo "anda muchacho que seguro tienes hambre y tu desayuno está por salir", qué personas tan atentas... gracias Dios.
Me apresuré a cepillarme los dientes, me puse una gorra y bajé las escaleras siguiendo el olor de la comida. Encontré un plato muy bien servido con tocino, huevo, puré, salchichas, galletas, paté, pan y un vaso de leche fresca. El desayuno me lo terminé en 10 minutos bajo la mirada complacida de Iris.
Después del desayuno Iris me llevó a dar un tour por toda la casa, especialmente a su patio trasero donde tiene 5 conejos como mascotas. En un principio me pareció demasiado que tuviera 5 conejos, pero al enterarme de que Iris los había aceptado en su casa para que no fueran sacrificados a causa de algunas deficiencias físicas que tienen los animales, comprendí que aquella mujer tiene tanto corazón que hasta podría tener a otros 10 conejos allí.
Dieron las 12 del día y seguíamos sin noticias de mi maleta. La gente del aeropuerto nos pidió paciencia porque había que entregar cientos de maletas perdidas, como es costumbre de la temporada navideña.
Al rededor de la 1 de la tarde apareció Craig, el hijo menor del señor Alex. Craig es un chavo muy sencillo y agradable, muy fanático del futbol como yo. Platicando con él me enteré de que había estado intentando ingresar a algún equipo profesional, como el Everton de Inglaterra, pero una lesión en el tobillo se lo impidió. Craig trabaja en un supermercado llamado ASDA, el cual es el equivalente a un Comercial Mexicana, pues también dicha cadena de supermercados ya es propiedad de Wal-Mart. El visitante se tuvo que disculpar pues tenía que volver al trabajo y sólo esperó a que su papá lo llevara de vuelta en carro. Veinte minutos después de la partida de Craig apareció la persona que cambiaría el resto de mi estadía en Escocia de una manera por demás intensa y quien me haría decidirme a quedarme hasta el día en que planeaba volverme a México originalmente.
Se trataba de Karen, la hija menor de Iris que llegaba a casa de su mamá para conocer al invitado mexicano que había llegado la noche anterior. Cuando la vi entrar a la sala me sentí abrumado por su belleza, era una mujer a la que los ojos le brillaban de una manera extraña y se le notaba un aire de seguridad que sin duda captó mi atención desde el primer momento. Me levanté de inmediato para extenderle la mano y saludarle, pero ella me apartó el brazo para acercarse más y darme un beso en la mejilla seguido de un abrazo... hasta se me fue el aire en ese momento. "Siento mucho lo que te pasó anoche, pero mejor olvídate de ella, es una perra", fueron las primeras palabras de Karen para mí y de verdad que de repente se me había olvidado quién era Joyce.
La guapa chica se sentó a mi lado en el sillón y sacó una cajetilla de cigarros de su bolso, me ofreció uno y lo rechacé amablemente, después me ofreció una cerveza del refrigerador de su madre y volví a rechazar la oferta porque no tomo alcohól. "Wow, eres la primera persona que conozco en mi vida que no fuma ni bebe.. qué interesante" dijo Karen y me sonrió de una forma que me hizo ponerme rojo, según su mamá. La tarde transcurrió entre pláticas y chistes con madre e hija hasta que volvió a parecer Craig acompañado de su novia, Gemma, quien quería conocerme. Gemma escuchó de mi propia voz lo que había sucedido con la vecinita de al lado y dijo algo que me hizo reflexionar acerca de mi suerte en ese momento "bueno, gracias a eso te has hecho de nuevos amigos, ¿cierto?", ¡¡muy cierto!!
Por fin mi equipaje llegó a mis manos alrededor de las 9:30 p.m. de aquel miércoles. Karen, quien había estado al pendiente de la llegada de la van del aeropuerto, fue la primera en salir de la casa para indicarle el camino a seguir al tipo que cargaba mi maleta. Cuando por fin recibí mis pertenecias volvimos a la casa y Karen me preguntó "¿has tenido oportunidad de conocer algo de la ciudad?", "No, del aeropuerto vine para acá y no he hecho nada más que esperar mi maleta", le respondí, "bueno, ahora que tienes tus cosas de vuelta puedes darte un baño, ponerte ropa limpia y prepárate porque te voy a invitar a salir"... ¡sí!, no podía creer mi suerte de nuevo, aquella hermosura de mujer me estaba invitando a salir, qué importa si era por lástima o con la intención de secuestrarme para venderme como esclavo en Rusia, me estaba invitando a salir a MÍ, ¡¡sólo ella y yo!! Estuve a punto de salir corriendo escaleras arriba para saltar dentro de la ducha, pero de repente recordé que tenía que agradecer de alguna manera tanta hospitalidad y buena onda que me habían dado hasta entonces, así que llevé mi maleta a la sala, la abrí y comencé a repartir entre los miembros de la familia aquellos regalos que en un principio eran para Joyce y sus amigos. Lo primero que saqué fue una bolsa hecha a mano por una artesana en Valle de Bravo, la cual se la entregué a Iris, quien la recibió con una gran sonrisa y con un temblor en el cuerpo que reflejaban emoción. También le entregué una gargantilla hecha en Oaxaca que mi amigo Beto me había dado para entregársela a mi entonces musa inspiradora. Llegó el turno de Karen, a quien le entregué una pulsera de plata pura venida desde Taxco, Guerrero... Karen me abrazó de nuevo y me dijo "you are so lovely" y me volvió a dar un beso en la mejilla que por poco me hace doblar las piernas. Al señor Alex le regalé un sarape de Saltillo muy colorido que todos terminaron probándose. A Alex jr le di un chaleco de lana artesanal de Valle de Bravo. A Craig y Gemma les regalé una bufanda de los Pumas y una blusa de Supergirl respectivamente. Todos agradecieron sus regalos pero en verdad que el agradecido era yo.
Subí a bañarme y 20 minutos después estaba vestido para la ocasión con un pantalón negro, zapatos, una camisa color violeta y me daba una rasurada de cara que sin duda me hacía sentir mucho mejor ahora. Karen subió al baño donde estaba para decirme que su mamá había decidido acompañarnos y que esperaba que a mí no me molestara el cambio de planes, lo cual me causó risa porque Iris se estaba comportando como cualquier mamá en México.
Salimos en un taxi en dirección a un bar llamado Spinners, el cual es un lugar de perfil juvenil y del tipo "sports bar" pues estaba repleto de televisores transmitiendo futbol inglés. Ordenamos bebidas y Karen y yo nos disputamos un par de juegos de pool, en los cuales fui arrasado de manera humillante por mi contrincante. Después de aquel buen rato en el bar conversando y gozando de la buena onda de la gente del lugar, llegó la hora de salir en contra de nuestra voluntad, pues a las 12 de la noche todos los bares tienen que cerrar sin tentarse el corazón por los clientes que se la están pasando bien.
Pedimos un taxi para volver a casa y estando ya en camino, Karen me hizo la pregunta que cualquier hombre desea escuchar por parte de una chica, pero lo hizo en el momento menos soñado... frente a su mamá. "¿Quieres pasar la noche conmigo?, ¿quieres venir a mi departamento?"... ¡pfff!, se me subieron los colores de nuevo y me quedé sin palabras. Antes de que pudiera responder cualquier cosa, Iris volteó desde el asiento delantero del taxi para decir "Sí, ve con ella si quieres, no te preocupes su casa queda cerca de la nuestra y mañana paso por ti temprano", para ese momento ya no supe de qué color tenía la cara y acepté la invitación de Karen con un "O...K... let's go". Así pues, fuimos a dejar a Iris en su casa para continuar en el mismo taxi con dirección a su departamento. Durante el recorrido a su casa, Karen y yo no parábamos de mirarnos y sonreirnos hasta que ella rompió el silencio diciendo con un tono travieso "hoy yo voy a ser tu Joyce", era claro entonces, aquella chica tenía un plan por demás perverso para la noche... y a mí me encantaba la idea.
El departamento de Karen se encuentra en el segundo piso de un edificio de por lo menos 8 plantas. Llegamos al lugar corriendo a causa de la llovizna que mojaba las calles y al entrar me encontré con un lugar que me hizo sentir como en casa, como si siempre hubiera estado ahí, era tan cálido que no hizo más falta el sweater que llevaba puesto. Mi nueva anfitriona sacó un par de bebidas de su nevera, puso un disco de Robbie Williams, prendió algunas velas por aquí y por allá, apagó la luz y nos sentamos en el cómodo sofá de su sala. Pasaron algunos minutos entre que hablamos de cosas bobas y sin sentido hasta que de repente la tensión sexual entre ambos no soportó más y nos miramos fijamente uno al otro, recuerdo que sonaba la canción "Angel" de Robbie Williams cuando Karen con una mirada que derretiría a cualquiera, preguntó "¿Quieres un beso?"... yo sólo moví mi cabeza en señal de sí y nos besamos por primera vez. Al beso le siguieron una serie de caricias que se convirtieron en el preámbulo de una noche mágica llena de risas, miradas llenas de complicidad y romance... una noche que dificilmente olvidaré.
Esto es todo por hoy, continuaré con mi relato más adelante. ¡Adiós!

I love Scotland!! (segunda parte)

Final día 1

Después de escuchar el portazo proveniente de la casa de mi ahora ex novia, me encontré parado en la acera con las ideas calientes por lo sucedido y pensando en volverme a México en ese preciso momento y nada más, "tomo un taxi que me lleve al aeropuerto, busco un vuelo a Londres, en Londres busco uno a México y listo". Como si supiera lo que estaba haciendo empecé a andar, habré caminado entre 5 y 10 metros cuando de repente escuché que alguien me llamaba pero a la primera no hice caso y di unos cinco pasos más cuando el llamado fue más fuerte entonces "shhh shhh!!". Al voltearme vi la figura de una mujer mayor, de unos 50 años de edad, se encontraba parada bajo el marco de su puerta y vestía un sweater rojo, era de mediana estatura y parecía estar sufriendo el frío de aquella tarde-noche por la forma en que se tomaba los brazos.
Se trataba de la vecina de Joyce, la señora que vive justo al lado de aquella mujer. Ella me hizo la seña mundial de "acércate" y yo lo hice con mesura. Al estar frente a ella noté que sus ojos azules reflejaban preocupación por lo que había sucedido unos segundos antes. "¿Qué pasó?, te escuché discutiendo con mi vecina... ¿estás bien?", me preguntó mientras volteaba a la casa de junto para ver si Joyce nos miraba desde alguna ventana o algo así. Yo le respondí que había tenido una pelea con ella y que por eso me salí de ese lugar, entonces la señora notó mi acento extranjero y se interesó más en saber sobre mí:
-¿Cómo te llamas?, ¿de dónde eres?-
--Me llamo Victor, soy mexicano--
-¿Mexicano?... perdón, me llamo Iris-- (extendió su mano para saludarme)
--Sí, vine desde México para ver a Joyce pero acabamos de pelear y me voy de vuelta al aeropuerto--
-¿Y cómo piensas irte?-
-Pues... en taxi-
-Aquí no puedes tomar un taxi así simplemente, los tienes que llamar por teléfono, además este lugar no tiene mucho tránsito de transporte público-
Fue entonces cuando me percaté de lo desolado que estaba el lugar, Iris y yo eramos las únicas personas paradas ahí afuera y la oscuridad no ayudaba mucho en mi ya jodido panorama, entonces sí me preocupé.
Supongo que Iris notó que mi preocupación creció al ver mi cara y volvió a preguntarme:
-¿Tienes frío?, ¿tienes algún lugar a dónde ir?-
--Sí, tengo mucho frío y no, no tengo a donde ir--
-Ven, pasa a mi casa para que te tomes una taza de leche caliente, te calmes, me digas lo que pasó y llames un taxi que te lleve al aeropuerto-
No tenía opción, me estaba muriendo de frío y en realidad necesitaba hablar con alguien en ese momento y pensar con calma el siguiente movimiento que iba a hacer.
Ya estando dentro de la casa de Iris me sentí protegido, supongo que fue la sensación de calor y las fotos de unos niños sonrientes en la mesa de centro que tenía en su sala. Eso me hizo saber que estaba en la casa de una familia decente y que por lo menos en ese momento no estaba en peligro.
Iris me ofreció asiento e inmediatamente llamó a alguien gritanddo "Alex! come here please, we have a visitor". De repente por la puerta de la sala apareció un hombre de una estatura aproximada de 1.85 metros, con aspecto rudo, de brazos fuertes, pelirrojo... el típico hombre escocés, de hecho se me figuró a "Hamish", el amigo de William Wallace en la película "Braveheart" de Mel Gibson. Yo me levanté de inmediato para saludarle mientras Iris nos presentaba "this lad is Victor, he came from Mexico looking for Joyce", "Victor, this is Alex, my husband", el gigante me dio un fuerte apretón de mano y me volvió a pedir que me sentara, cosa que hice sin pensarlo dos veces.
Iris empezó a contarle a su esposo lo sucedido conmigo afuera y el motivo por el cual yo me encontraba sentado en la sala de su casa. Después de escuchar lo comentado por Iris, Alex me preguntó el porqué había viajado desde tan lejos para ver a Joyce y yo respondí "ella es mi novia y llevaba mucho tiempo planeando este viaje para pasar con ella Navidad", jamás olvidaré la expresión de Alex al escuchar mis palabras, él estaba impresionado y no me pareció extraño después de que él dijera "bueno, voy decirte que fuiste muy afortunado al salirte de esa casa, pues ella se ha convertido en una mujer muy problemática, sobre todo por sus amistades... sólo convive con traficantes de drogas y ladrones. De haber estado un rato más allí y de haber llegado sus amigos... no quiero pensar en lo que te hubiera sucedido", la sangre se me heló y se me secó la boca. Mi reacción inmediata fue tomarme la cabeza en incredulidad mientras aquel matrimonio me miraba desde el otro sillón tomados de la mano.
Pasé media hora escuchando todas las atrocidades acerca de Joyce que jamás me hubiera imaginado y cada vez más el hueco en mi pecho se hacía más grande y dolía más. Ya no aguantaba, de verdad que no y casi me quebré, pero un abrazo caluroso de Iris a tiempo evitó mi caída. Al ser cuestionado acerca de lo que pensaba hacer ahora que sabía la verdad sobre aquella mujer por la cual me había sacrificado tanto, respondí que quería irme al aeropuerto para volver a México lo antes posible, pero de repente recordé mi maleta perdida en Inglaterra "neta... en cualquier momento podrían llegar con mi maleta para entregarla en casa de Joyce", entonces les conté el drama que viví en Londres y a mi llegada a Glasgow. Iris se levantó de inmediato para tomar el teléfono, llamar al aeropuerto y cambiar la dirección de entrega de mi maleta, pues dijo que si mi equipaje llegaba a casa de mi ex novia, seguramente no volvería a ver mis cosas nunca más.
Después de realizar la llamada, la amable señora me invitó a pasar a su cocina para que cenara algo mientras esperaba por mi equipaje, el cual se suponía llegaría a Escocia en el último vuelo desde Londres a las 9 de la noche y la recibiría 1 hora después. Aquella noche cené unas deliciosas chuletas de puerco ahumadas acompañadas por puré de papa y el clásico pan escocés del cual no recuerdo el nombre.
Platicando acerca de México y Escocia nos dieron las 11 de la noche y no tenía noticias de mis pertenencias extraviadas, así que volvimos a llamar al aeropuerto y dijeron que la entrega se realizaría hasta el otro día alrededor de las 11 de la mañana. Entonces Alex e Iris me ofrecieron quedarme en su casa por lo menos durante esa noche para recibir mi equipaje y después decidir lo que quería hacer.
Mi anfitriona me llevó escaleras arriba para mostrarme el cuarto que tenían desocupado y en donde iba a dormir. Al subir me encontré con Alex o "young Alex" como lo conocen en casa, uno de los hijos del matrimonio. Alex jr tiene 24 años de edad pero desafortunadamente sufre de un retraso intelectual que sitúa su mente en una edad infantil. Él me saludó con una sonrisa que me alivió un poco la angustia de aquel momento y me invitó a jugar con su Play Station 2... ese gesto significó mucho para mí, pues yo era un completo extraño y todos me estaban tratando de maravilla, incluso él a pesar de mi invasión a su espacio.
Después de indicarme amablemente dónde iba a dormir, Iris se retiró para que yo pudiera conversar con el joven Alex un rato. Aquel muchacho es brillante a pesar de su problema, en ese lapso de 5 minutos que conversé con él, me di cuenta de la buena educación que había recibido para hacer más fácil su adaptación al mundo y eso me provocó una sonrisa que no pude evitar. Después de conversar con Alex jr, volví a bajar las escaleras para convivir más con Iris y el señor Alex. Durante esa plática me enteré que el matrimonio que formaban ya era el segundo para cada uno y que el señor Alexander había tenido dos hijos en su primer matrimonio, Alex de 24 años y Craig de 19. Craig ya vive con su novia, Gemma de 20 años, en un departamento y planean casarse dentro de 2 años. La señora Iris tuvo dos hijas, Katrina de treinta y tantos años de edad y casada, y Karen de 28 años y soltera. El único que vive con ellos es Alex jr, por la razón que ya mencioné.
Mientras yo les platicaba de mi familia, Iris me ofreció llamar a mi casa en México para que supieran que me encontraba bien. Fue una llamada corta donde pude comunicarme con mi hermano menor y le pude decir que había llegado sano y salvo a Escocia y que me encontraba bien, claro, no le mencioné mi situación en aquel momento para no alarmar al resto de la familia y provocar una llegada de docenas de mis familiares a territorio escocés en mi rescate.
Después de la llamada seguí conversando con los señores y se me ocurrió sacar la botella de tequila que llevaba conmigo en mi equipaje de mano, la cual iba a ser regalo para los amigos de Joyce, pero sin duda preferí ofrecerla en muestra de agradecimiento a mis salvadores, quienes la aceptaron con una sonrisa sincera mientras leían en la etiqueta "Cazadores" para después fallar en el intento de pronunciar la palabra.
Era la 1:30 de la madrugada cuando me disculpé y me retiré a dormir, no sin antes abrazar a los dos ángeles que me dieron alimento y cobijo esa noche.
Estando en el cuarto le agradecí a Dios por haberme puesto a estas personas en el camino.
A partir de entonces todo mejoró de una manera impresionante para mí y empecé a vivir la mejor experiencia de mi vida, todo esto se los contaré más adelante. ¡Adiós!

I love Scotland!!

Éste es el relato de mi primer viaje a Europa, el cual realicé en diciembre de 2005 con el propósito de pasar Navidad con mi "novia" Joyce en Escocia. Este viaje me marcó para siempre, pues resultó ser completamente diferente a lo que había planeado originalmente y me llevó a vivir una de las mejores experiencias de mi vida entera.
Día 1: Hola y Adiós

A las 8:20 de la noche del lunes 19 de diciembre me encontraba abordando el vuelo 242 de British Airways que me llevaría desde el Aeropuerto Benito Juárez de la Ciudad de México hacia el aeropuerto internacional de Londres, mejor conocido como London Heathrow, donde completaría la primera y más larga fase de mi viaje hacia Escocia. Una guapa sobrecargo de cabello rubio y radiantes ojos azules me recibió a la puerta de la nave con una linda sonrisa y diciendo "Hello, may I see your boarding pass please?", y después de mostrárselo me señaló la ubicación de mi asiento, ese asiento que llevaba meses esperando tomar. Después de guardar mi equipaje de mano en los gabinetes de la parte superior del avión, tomé mi asiento y me relajé con un trago de agua fresca de la botella que llevaba conmigo aquella noche y me dispuse a observar lo que pasaba a mi alrededor. Gente abordando en parejas, grupos o solitariamente como yo; gente con cara de cansancio, gente con cara alegre, otros con los nervios de montarse en un avión que iba a volar 10 horas hasta el otro lado del mundo sin detenerse en el camino, gente con la típica expresión de quien no quiere abandonar el lugar donde ha pasado días maravillosos, gente con rostros de molestia por alguna irregularidad en el aeropuerto, jejeje, de esos rostros que sólo un mexicano puede provocar. En fin, unos 5 minutos después de haber ocupado mi asiento llegó uno de mis dos compañeros de vuelo, se trataba de un amable señor español que me saludó en castellano al ver que portaba mi camiseta del tricolor... como había acordado con Joyce para que lograra ubicarme más fácilmente a mi llegada al aeropuerto de Glasgow. Algunos momentos después el señor español y yo nos vimos sorprendidos por la belleza de una hermosa mujer de cabellos dorados, una piel dorada por el Sol mexicano y unos ojos que me parecieron grises. ¡Sí!, se trataba de mi otra compañera de vuelo y se sentaría junto a la ventana mientras yo ocuparía el asiento del medio y el amigo español el del pasillo. Yo no podía creer mi suerte y el español tampoco podía creer mi suerte, pues cualquiera hubiera querido pasar 10 horas al lado de aquella belleza nórdica. Lamentablemente éste no es un mundo perfecto y media hora después de abandonar el suelo mexicano, la dama sueca (eso me dijo el español que era), se mudó de lugar para sentarse junto a su novio o esposo a un par de filas adelante de nosotros... ¡diablos! El vuelo transcurrió sin muchas emociones excepto por un par de acontecimientos que me hicieron estremecer. El primero fue cuando me dispuse a orinar en uno de los retretes que se encontraban a unos metros detrás de mi asiento. El retrete estaba ocupado y tuve que esperar unos momentos para poder hacer uso del mismo y mientras esperaba mi turno, vi a uno de los sobrecargos besando a otro sobrecargo en la cocineta del avión... ¡un poco de decencia, señores! El otro acontecimiento fue mucho peor, pues en pleno vuelo y justo encima del océano, escuché una voz que con miedo decía en inglés "huele a quemado" e inmediatamente después otra voz que dijo "sí, hay humo allá atrás"... carajo, ahora nos vamos a quemar a más de Dios sabe cuántos metros de altura y sobre el Atlántico donde nadie te va a encontrar, genial!!. Vi a los sobrecargos correr alarmados hacia la parte trasera del avión para saber lo que sucedía, vi a la gente de a mi alrededor despertar a sus compañeros de vuelo en caso de que en realidad estuviéramos en peligro y yo trataba de no mostrar mi miedo a pesar de sentir que me iba a cargar el payaso ahí sentado. Afortunadamente para todos sólo se trataba de un imbécil fumando en el baño, quien fue multado con 2,000 dólares por fumar en un vuelo donde estaba estrictamente prohibido hacerlo... qué bueno, por idiota. Los problemas empezaron al llegar a Londres, pues mi avión aterrizó 40 minutos después de lo esperado a causa del tráfico aéreo y yo ya estaba muy retrasado para tomar mi vuelo de conexión a Glasgow. Salí corriendo por el pasillo que me llevaría al camión que a su vez me conduciría a la terminal 1 del aeropuerto, la cual es donde salen los vuelos que van al interior del Reino Unido e Irlanda. El camioncito se tardó 15 minutos en el traslado de la terminal 4 a la 1 y yo ya empezaba a sudar frío al ver cómo las manecillas del reloj no se detenían y sólo me quedaban 30 minutos para abordar. Para muchos esto sería tiempo suficiente, pero no en el aeropuerto de Londres, pues tienes que dar todos los detalles de tu viaje al personal de seguridad británica, así que perdí un buen rato tratando de convencer al oficial de origen hindú de que no era un terrorista, sino un simple mexicano tratando de llegar a tiempo para verse con su novia en Escocia. Finalmente me dieron el pase pero era demasiado tarde, había perdido mi vuelo a Glasgow. Afortunadamente la gente de BA se mostró muy comprensiva y me repuso el vuelo dos horas después, por lo cual llegué a Glasgow con poco más de dos horas de retraso. Al llegar al Glasgow Airport sólo pensaba en lo tarde que era y en lo desesperada o desilusionada que estaría Joyce por mi ausencia en aquel vuelo que llegó más temprano, pero de repente ese pensamiento se esfumó al encontrarme con la peor pesadilla de un pasajero... mi maleta no salía por la banda de reclamo de equipaje, ¡¡no me jodas!! Me dirigí a la oficina de equipaje para pedir una explicación y cuando el personal se puso a rastrear mi valija con el número de seguridad que me dieron, me encontré con algo increíble, mi maleta estaba viajando a Liverpool gracias al error de algún imbécil en Londres... ¡¡pinches Sassunachs!! No me quedó más que dar la dirección de Joyce para que me entregaran mi maleta cuando ésta llegara a Escocia. Me apresuré a buscar la salida del aeropuerto para verme con Joyce, pero obvio, ella ya no estaba ahí, era lógico que con tanto tiempo de retraso ella hubiese pensado que no hice el viaje y se fue del lugar. Tomé un taxi a las afueras del aeropuerto para dirigirme a su casa. Era mi primera vez en el Reino Unido, así que sólo le mostré la dirección al taxista y él se encargó de todo. El taxi me cobró 5 libras y me dejó justo a la puerta de la casa de mi novia. El taxi se fue y mi mala suerte seguía cobrándome factura de los golpes de buena suerte que haya tenido en mi vida, pues Joyce no estaba en casa. Esperé por espacio de 10 minutos cuando la vi llegar acompañada de una de sus amigas. Ella me recibió muy bien y me dijo que había estado esperando por mí en el aeropuerto y al no verme llegar en aquel vuelo que perdí, decidió irse. Lo que a continuación sucedió al estar dentro de la casa de Joyce me lo voy a guardar, pues fue una experiencia muy amarga que aunque no podré olvidarla nunca, no quiero volver a hablar al respecto. Sólo les puedo decir que en tan sólo dos horas descubrí a una Joyce muy diferente a la que había conocido antes, ya no era la chica linda que esperaba por mi llegada, de hecho se convirtió en una persona deplorable con la cual no podría estar como amigo ni mucho menos como pareja. Mi descubrimiento acerca de su "nueva vida" nos orilló a una discusión que culminó conmigo en la calle con mochila al hombro y ella azotando la puerta detrás de mí.
Hasta aquí llegaré por hoy, continuaré con el relato más adelante. Hasta luego.

viernes, 13 de febrero de 2009

Capitán mis hue...

Ya se habló mucho sobre esto en todos lados, en los medios, en la escuela, en el trabajo, en la casa, en la esquina... en todos lados. La derrota ante Estados Unidos fue algo que nos hundió el ánimo aún más, como que era lo que faltaba en la lista de las patrañas que no aquejan en estos tiempos: crisis económica, desempleo, delincuencia, narco, corrupción, bla bla bla...

Que si la alineación, que si el clima, que si la estrategia... se han tratado de dar muchas explicaciones acerca de ese 2-0 que nos restregaron en la cara (otra vez). Pero la única verdad es que el equipo anda mal y que si no se ponen las pilas y empiezan a sentir la camiseta como se debe, en Sudáfrica nos va a ir del nabo; por que seguro que entramos, con 3 boletos y medio disponibles, sería mucha jalada que no entráramos.

En resumen, todos son responsables por esa nueva humillación a manos de los gringos, todos tienen cierto porcentaje de culpa. Pero al que yo sí colgaría de las criadillas en la antena más alta de la Torre Mayor, es a Rafa Márquez.

Y mucho ojo, que no lo estoy señalando como el gran culpable, como el que provocó que perdiéramos ante Donovan y compañía una vez más. Nada de eso, de hecho cuando lo expulsaron, el equipo empezó a jugar mejor.

Pero lo que sí me repatea, es que el tipo lo volvió a hacer, se hizo expulsar de manera sumamente idiota en un partido clave para el tricolor. Ya lo había hecho en el 2002 cuando le acomodó un codazo a Cobi Jones cuando perdíamos 2-0, en la Confederaciones de 2006 también hizo de las suyas y pateó a un argentino, durante el mundial se le ocurrió meter mano en el área y nos marcaron un penal en contra... me parece que fue contra Portugal. En fin, con esta nueva hazaña, creo que quedó claro que el gafete de capitán le queda grande y que no es digno de portarlo.

No sabe manejar la responsabilidad de ser la cara de un equipo, cree que ser líder significa dárselas de guapo y repartir patadas en demostración de "garra".

¿Por qué no hace eso con el Barcelona?, a mí me parece que la culpa de ese comportamiento la tenemos en gran parte todos nosotros, porque con tanta adulación lo hemos convertido en una diva arrogante que cree que sin él la selección no puede jugar y que se le va a disculpar culquier babosada que haga... igual que con Cuauhtémoc Blanco.

Lo peor es que se le siguen perdonando las cajeteadas y se le sigue convocando con desesperación para cada partido. Nos tira el partido a la cake y nosotros seguimos comprando su perfumito o todo producto en el que aparezca su jetota.

Es un gran jugador, uno de los mejores defensas del mundo, de eso no hay duda, pero esa actitud de "pipiripau" no se puede seguir soportando en el tricolor.

Propongo como nuevo capitán a Sinha, es un jugador maduro que bien puede poner orden dentro del campo. Ojalá no empiecen a saltar los come pijas de siempre con que "el capitán debe ser un mexicano de nacimiento", ya hay que progresar.

martes, 10 de febrero de 2009

¿Valentía o locura?

Lo confieso, soy aficionado a la fiesta brava sin remedio... aunque a muchos no les guste.
Y durante tantos años de ver corridas de toros he presenciado verdaderos actos de valor frente a los astados de más de 450 kilos de peso. He visto a toreros hincarse frente a las narices del toro, a otros recibir al enemigo a "porta gayola", a otros tantos sacar una faena de rodillas y de espaldas y a los increíbles forcados recibir de lleno la embestida del bocel. Pero nunca, y de verdad lo digo, nunca vi algo como lo que el rejoneador portugués João Salgueiro hizo durante una presentación en su país.

Salgueiro se encontraba rejoneando a un astado cuando éste alcanzó a tocar con sus pitones el costado del caballo que João montaba en ese momento, provocando que el torero dejara su montura y se enfrentara al toro a pie y a mano desnuda.
De inmediato los subalternos intentaron distraer la atención del animal pero el rejoneador los apartó con un gesto de su mano.

El portugués se plantó frente al cornudo paara después recibir el impacto de una embestida que lo dejó perdido en el espacio.

Afortunadamente en Portugal los cuernos de los toros son forrados para evitar cornadas, por lo que Salgueiro sólo sufrió golpes.

En entrevista para la tele dijo que su acto se debió al coraje que le dio que su caballo fuera golpeado por el toro y pues salió a hacerle el quite al cuaco...

Es en estos casos cuando me queda claro que entre la valentía y la estupidez sólo hay un paso de distancia.

Por cierto, así como los cuernos son forrados, en Portugal tampoco se permite lastimar al toro y mucho menos matarlo.

Ahí les dejo el video de "la ira de Salgueiro".

lunes, 9 de febrero de 2009

No pasa nada

Eres el atleta más conocido mundialmente, el tipo que logró detener el mundo para que se maravillara con lo que haces, el hombre cuyo nombre fue el más mencionado, el más buscado y el más alabado durante dos meses. Eres el que cualquier marca comercial querría tener en su campaña publicitaria, el que millones de chicas quisieran estar abrazadas y el que todo niño idolatra. Vaya, eres un súper héroe que ganó ocho medallas de oro en unas Olimpiadas... y todo eso, estuvo a punto de irse a la calabaza, ¿por qué?, por un toque... ¡un pinche toque!

No se sabe con exactitud cuándo fue tomada la foto donde Michael Phelps, el mejor nadador de todos los tiempos, aparece sosteniendo una "pipa" mientras inhala droga, pero lo que sí es seguro es que ya era un atleta patrocinado y por lo tanto, afamado, pues aparece portando un reloj Omega, uno de sus principales auspicios.

En realidad no importa mucho si esto sucedió antes o después de su gloriosa actuación en Beijing, Phelps cometió un gran error, prácticamente puso en riesgo todo lo que logró con tanto entrenamiento y disciplina.

Me van a decir que soy un exagerado, que cualquiera se echa un toque de mota y que seguramente muchos atletas élite lo hacen. Puede ser, pero Phelps fue fotografiado... he ahí la gran diferencia.
Esa foto le pudo haber provocado la pérdida de sus medallas, la suspensión de toda competencia de por vida, pudo perder a todos sus patrocinadores y sobre todo, el cariño y respeto de la gente y sus compañeros atletas.

Michael sólo recibió uan suspensión de tres meses después de admitir que había cometido un error y de pedir perdón.
Tres meses me parece muy poco... digo, a varios atletas les han retirado medallas, a otros tantos, por ejemplo, Maradona, lo suspendieron un año, a algunos otros como Salvador Carmona, fueron suspendidos de por vida. ¿Entonces por qué sólo tres meses a Phelps? La respuesta es hasta casi obvia. Una sanción mucho más severa para el niño dorado de E.E. U.U. provocaría la pérdida de credibilidad en el deporte estadounidense, la cual ya se ha visto afectada por deportes como el baseball y el football americano.

Además, sus patrocinadores perderían millones y millones de dólares, por lo tanto no les conviene que su estrella sea señalada y castigada como se debe.

Yo creo que Phelps debe ser castigado severamente como sucedió con los demás deportistas que por vicio o por error cayeron en drogas. El hecho de que sea una estrella no debería ser impedimento para que sea medido con la misma vara.

Pero eso no sucederá en el país donde se vende más humo... Estados Unidos.

miércoles, 4 de febrero de 2009

El "Coque" no está solo

Todo niño, absolutamente todo niño que ha ido a la primaria, ya sea en escuela pública o privada (bueno, excepto los testigos de Jeohvá), cada lunes cumple con el ritual de rendir honores a la bandera y cantar el himno nacional, lo cual logra que la melodía y las estrofas se nos queden grabadas para toda la vida y formen parte de nuestra identidad como mexicanos.

Es por eso que a mí me sorprende que por ahí lleguen a aparecer individuos que no se sepan el himno, y lo que es peor, que lo pongan en evidencia ante miles de personas y ante otros cuantos millones vía televisión.

Todos recordamos o hemos escuchado sobre el ridículo que el cantante/conductor/cómico... o lo que sea, Jorge "Coque" Muñíz, se aventó al intentar cantar el himno nacional antes de una pelea del boxeador Jorge “El Maromero” Páez, justo el 16 de septiembre. También podemos mencionar a Pablo Montero, Tatiana y a Guadalupe Madrigal, quienes de plano estropearon nuestro hermoso canto marcial.

La última interpretación patrañosa de la composición de Jaime Nunó y Francisco González Bocanegra corrió a cargo del "cantante" Julio Preciado en la inauguración de la Serie del Caribe de béisbol, la cual fue transmitida a todo México y el Caribe.

¿Es tan difícil acordarse de una letra que cantaste religiosamente durante por lo menos 10 años de tu vida? Carajo, lo cantamos hasta en los partidos de la selección y en cualquier manifestación en el Zócalo. Si fuiste elegido para entonar el himno en un evento masivo, lo mínimo que puedes hacer es ponerte a estudiar la letra un ratito, aunque sea en la regadera. ¿Que fue por los nervios?... ¡nervios mis... !, son artistas, gente acostumbrada a presentarse ante estadios llenos de gente para cantar, o berrear en el caso de Preciado. Por eso es más decoroso admitir que no te sabes tu himno nacional que salir con la jotería de "pues es que los nervios están canijos".

Así que de tarea les dejo aprenderse las 10 estrofas de la versión original de González Bocanegra con todo y coro. Al que no se lo aprenda le toca calzón chino.

martes, 3 de febrero de 2009

Súper Domingo, con todo y patrañas

Vaya partidazo que nos brindaron los Pittsburgh Steelers y los Arizona Cardinals el domingo por la tarde-noche en la 43 edición del Super Bowl.
La verdad es que no esperaba ver menos, fue una batalla épica durante 60 minutos que tuvo de todo, héroes, villanos, hazañas, grandes fallas y... patrañas.

Afortunadamente no podemos hablar de patrañas dentro del terreno de juego, más que de las múltiples cajeteadas de la defensa de Arizona, la cual registró más de 100 yardas de castigo.

Por otra parte, las patrañas se presentaron durante la transmisión del partido por televisión. Cualquiera que haya visto el juego por televisión abierta en México (Televisa y Tv Azteca) se tuvo que aguantar las mafufadas del IFE y sus ya odiados cortes de programación para dar mensajes de partidos políticos y las próximas elecciones.

La verdad es que esta medida es una verdadera babosada... ¿qué necesidad hay de interrumpir un programa de televisión por 3 o hasta 6 minutos con spots políticos? No me imagino la mentadera de madres al IFE durante el domingo.

Por ahí también los aficionados que vieron el juego por Tv Azteca sufrieron un rato con un error de la transmisión de dicha televisora cuando estuvo por entrar al aire una cápsula de Inés Saenz. La cosa fue que al entrar la cápsula, el video de la jugada anterior re rebobinó cual cinta pirata de VHS y se volvió a transmitir. Qué mala pata, seguramente eso provocó que muchos le cambiaran al canal 5.

Pero los mexicanos no fuimos los únicos que sufrimos durante el Súper Domingo, pues miles de fans que seguían el partido vía televisión por cable en Tucson, Arizona, también pegaron el grito en el cielo.
Lo que sucedió es que a tres minutos del final, justo después de la anotación de Fitzgerald que ponía a los Cardinals a punto de levantarse con el título, la transmisión fue interrumpida por un video porno... ¡sí!, justo cuando tu equipo está reaccionando y poniéndosele al tiro al contrario, te ponen a un par de calenturientos haciéndose no sé qué cosa. Otro día, viendo cualquier otro programa, esos treinta segundos de pornografía gratis se hubieran agradecido, se busca al hacker autor de dicha patraña y se le pone una placa conmemorativa, pero no durante el Super Bowl y menos en el momento de más nervio y emoción... ojalá lo encuentren y lo empalen al wey.

A pesar de todo eso, el partido fue magnífico, de inicio a fin nos tuvo colgados de la lámpara.
Creo que este Super Bowl fue tan emocionante y será tan recordado como el anterior entre los Patriots y los Giants, sólo que en éste casi vimos a Bruce Springsteen castrarse con una cámara de televisión.

A continuación les muestro un video aficionado captando la interrupción pornográfica del Super Bowl en Tucson. Más abajo está el video con el resumen de las jugadas más importantes del partido.








jueves, 29 de enero de 2009

Por lo menos una vez en la vida

Siempre he creido que hay cosas que un hombre no puede quedarse sin hacer antes de morirse, como irse de campamento con sus cuates a un bosque completamente desolado para pasar la noche conversando, pelearse con el chamaco más gandalla de la escuela por el honor de una niña o participar en el clásico concurso para ver quién se come más tacos para así evitar pagar la cuenta. Pero dentro de todas esas cosas hay una que ningún hombre, en especial si es futbolero, debe perderse... asistir a un partido de tu equipo donde se jueguen cosas importantes, un campeonato, un clásico o, por qué no, el descenso.

Lo importante es estar ahí, ser parte de la multitud que atasca las gradas y ruge durante 90 minutos mientras el equipo lucha por sacar un resultado positivo.

Así le pasó al viejo Casale, un aficionado de Rosario Central, uno de esos hinchas de hueso colorado que son capaces de dar la vida (literalmente) por su equipo.

Aquí está su historia, es un poco larga pero no lo sentirán ya que es extremadamente divertida. Además tienen todo el fin de semana para leerla. Que la disfruten.

“Sí yo sé que ahora hay quienes dicen que fuimos unos hijos de puta por lo que hicimos con el viejo Casale, yo sé. Nunca falta gente así. Pero ahora es fácil decirlo, ahora es fácil. Pero había que estar esos días en Rosario para entender el fato, mi viejo, que hablar al pedo ahora habla cualquiera.

“Yo no sé si vos te acordás lo que era Rosario en esos días anteriores al partido. ¡Y qué te digo “esos días”! ¡Desde semanas antes ya se venía hablando, del partido y la ciudad era una caldera, porque eso era lo que era la ciudad! Claro, los que ahora hablan son esos turros que después vos los veías por la calle gritando y saltando como unos desgraciados, festejando en pedo a los gritos y después ahora te salen con que son... ¿qué son?... moralistas... ¿De qué se la tiran, hijos de mil putas? Ahora son todos piolas, es muy fácil hablar. Pero si vos vieras lo que era la ciudad en esos días, hermano, prendías un fósforo y volaba todo a la mierda. No se hablaba de otra cosa en los boliches, en la calle, en cualquier parte. Saltaban chispas, te aseguro. Y la cosa arrancó con el fato de las cábalas. O mejor dicho, de los maleficios.

“Hay que entender que no era un partido cualquiera, hermano, era una final final. Porque si bien era una semifinal, el que ganaba después venía a jugar a Rosario y le rompía el culo a cualquiera. Fuera Central como Ñul, acá le hacía la fiesta a cualquiera. ¡Y cómo estaban los lepra! ¡Eso, eso tendrían que acordarse ahora los que hablan al reverendo pedo y nos vienen a romper las pelotas con el asunto del viejo Casale! ¿No se acuerdan esos turros cómo estaban los lepra? ¿No se acuerdan ahora, mi viejo? Había que aguantarlos porque se corrían una fija, pero una fija se corrían, hermano, que hasta creo que se pensaban que nos iban a llenar la canasta. No que sólo nos iban a hacer la colita sino que además nos iban a meter cinco, en el Monumental y para la televisión. ¡Pero por qué no se van a la concha de su madre! ¡Qué mierda nos van a hacer cinco esos culosroto! ¡Así se la comieron doblada! ¡Qué pija que tienen desde ese día y no se la pueden sacar! Pero la verdad, la verdad, hermano, con una mano en el corazón, que tenían un equipazo, pero un equipazo, de padre y señor mío.

“Hay que reconocerlo. Porque jugaban que daba gusto, el buen toque y te abrochaban bien abrochado. Estaba Zanabria, el Marito Zanabria; el Mono Obberti ¡Dios querido, el Mono Obberti, qué jugador! Silva el que era de Lanús, el albañil. ¡Montes! Montes de cinco; Santamaría el Cucurucho Santamaría, qué sé yo, era un equipazo, un equipazo hay que reconocer, y la lepra se corría una fija. ¿Sabés cuántos había en la ruta a Buenos Aires, el día del partido? Yo no sé, eran miles, millones, yo no sé de dónde habían salido tantos leprosos. Si son cuatro locos y de golpe, para ese partido, aparecieron como hormigas los desgraciados. Todos fueron. ¡Lo que era esa ruta, papito querido! Entonces, oíme, había que recurrir a cualquier cosa. Hay partidos que no podés perder, tenés que ganar o ganar. No hay tutía. Entonces si a mí me decían que tenía que matar a mi vieja, que había que hacer cagar al presidente Kennedy, me daba lo mismo, hermano. Hay partidos que no se pueden perder. ¿Y qué? ¿Te vas a dejar basurear por estos soretes para que te refrieguen después la bandera por la jeta toda la vida? No, mi viejo. Entonces, ahí hay que recurrir a cualquier cosa. Es como cuando tenés un pariente enfermo ¿viste? tu vieja, por ejemplo, que por ahí sos capaz hasta de ir a la iglesia ¿viste? Y te digo, yo esa vez no fui a la iglesia, no fui a la iglesia porque te juro que no se me ocurrió, mirá vos, que si no... te aseguro que me confesaba y todo si servía para algo. Pero con los muchachos enganchamos con la cuestión de las brujerías, de la ruda macho, de enterrar un sapo detrás del arco de Fenoy, de tirar sal en la puerta de los jugadores de Ñubel y de todas esas cosas que siempre se habla. Por supuesto que todas las brujas del barrio ya estaban laburando en la cosa y había muñecos con camiseta de Ñubel clavados con alfileres, maldiciones pedidas por teléfono y hasta mi vieja que no manya mucho del asunto tenía un pañuelo atado desde hacía como diez días, de ésos de “Pilato, Pilato, si no gana Central en River no te desato”. Después la vieja decía que habíamos ganado por ella, pobre vieja, si hubiera sabido lo del viejo Casale, pero yo le decía que sí para no desilusionarla a la vieja.

“Pero todo el fato de la ruda macho y el sapo de atrás del arco eran, qué sé yo, cosas muy generales, ya había tipos que lo estaban haciendo y además, el partido era en el Monumental y no te vas a meter en la pista olímpica a enterrar un sapo porque vas en cana con treinta cadenas y no te saca ni Dios después, hermano. Entonces, me acuerdo que empezamos con la cosa de las cábalas personales. Porque me acuerdo que estábamos en el boliche de Pedro y veníamos hablando de eso. Entonces, por ejemplo, resolvimos que a Buenos Aires íbamos a ir en el auto del Dani porque era el auto con el que habíamos ido una vez a La Plata en un partido contra Estudiantes y que habíamos ganado dos a cero. Yo iba a llevar, por supuesto, el gorrito que venía llevando a la cancha todos los últimos partidos y no me había fallado nunca el gorrito. A ése lo iba a llevar, era un gorrito milagroso ése. El Coqui iba a ir con el reloj cambiando de lugar, o sea en la muñeca derecha y no en la izquierda, porque en un partido contra no sé quién se lo había cambiado en el medio tiempo porque íbamos perdiendo y con eso empatamos. O sea, todo el mundo repasó todas las cábalas posibles como para ir bien de bien y no dejar ningún detalle suelto. Te digo más, estuvimos parados en la tribuna en el partido contra Atlanta para pararnos de la misma manera en el partido contra la lepra. El boludo de michi decía que él había estado detrás del Valija y el Miguelito porfiaba que el que había estado detrás del Valija era él. Mirá vos, hasta eso estudiamos antes del partido, para que veas cómo venía la mano en esos días. ¿Y sabés qué te lleva a eso, hermano, sabés qué te lleva a eso? El cagazo, hermano, el cagazo, el cagazo te lleva a hacer cualquier cosa, como lo que hicimos con el viejo Casale.

“Porque si llegábamos a perder, mamita querida, nos teníamos que ir de la ciudad, mi viejo, nos teníamos que refugiar en el extranjero, te juro, no podíamos volver nunca más acá. Íbamos a parecer esos refugiados camboyanos que se tomaron el piro en una balsa. Te juro que si perdíamos nosotros agarrábamos el “Ciudad de Rosario” y por acá, por el Paraná, nos teníamos que ir todos, millones de canallas, no sé, a Diamante, a Perú, a Cuzco, a la concha de su madre, pero acá no se iba a poder vivir nunca más con la cargada de los leprosos putos, mí viejo. Ya el Miguelito había dicho bien claro que él se la daba, que si perdíamos agarraba un bufo y se volaba la sabiola y te digo que el Miguelito es capaz de eso y mucho más porque es loco el Miguelito, así que había que creerle. O hacerse puto, no sé quién había comentado la posibilidad de hacerse trolo y a otra cosa mariposa, darle a las plumas y salir vestido de loca por Pellegrini y no volver nunca más a la casa. Pero, te digo, nadie quería ni siquiera sentir hablar de esa Posibilidad. Ni se nombraba la palabra “derrota”. Era como cuando se habla del cáncer, hermano. Vos ves que por ahí te dicen “la papa”, o “tiene otra cosa”, “algo malo”, pero el cangrejo, mi viejo, no te lo nombra nadie. Y ahí fue cuando sale a relucir lo del viejo Casale. El viejo Casale era el viejo del Cabezón Casale, un pibe que siempre venía al boliche y que durante años vino a la cancha con nosotros pero que ya para ese entonces se había ido a vivir al norte, a Salta creo, lo vi hace poco por acá, que estaba de paso. Y ahí fue que nos acordamos de que un día, en la casa del Cabezón, el viejo había dicho que él nunca, pero nunca, lo había visto perder a Central contra Ñul. Me acuerdo que nos había impresionado porque ese tipo era un privilegiado del destino.

Aunque al principio vos te preguntas, “¿cómo carajo hizo este tipo para no verlo perder nunca a Central contra Ñul? ¿Qué mierda hizo? Este coso no va nunca a la cancha”. Porque, oíme, alguna vez lo tuviste que ver perder, a menos que no vayás a los clásicos. Y ojo que yo conozco a muchos así, que se borran bien borrados de los clásicos. O que van en Arroyito, pero que a la cancha del Parque no van en la puta vida. Y me acuerdo que le preguntarlos eso al viejo y el viejo nos dijo que no, y nos explicó. El iba siempre, un fana de Central que ni te cuento, pero se había dado, qué sé yo, una serie de casualidades que hicieron que en un montón de partidos con Ñul él no pudiera ir por un montón de causas que ni me acuerdo. Que estaba de viaje por Misiones —el viejo era comisionista—; que ese día se había torcido un tobillo y no podía caminar, que estaba engripado, que le dolía un huevo, qué sé yo, en fin, la verdad, hermano— que el viejo la posta posta era que nunca le había tocado ver un partido en que la lepra nos hubiera roto el orto. Era un privilegiado el viejo y además, un talismán, querido, porque así como hay tipos mufa que te hacen perder partidos a donde vayan, hay otros que si vos los llevás es número puesto que tu equipo gana. No es joda. Y el viejo Casale era uno de éstos, de los ojetudos.

Entonces ahí nos dijimos “Este viejo tiene que estar en el Monumental contra Ñubel. No puede ser de otra forma. Tiene que estar”... Claro, dijimos, seguro que va a estar, si es fana de Central, canalla a muerte. Pero nos agarró como la duda, ¿viste? porque nosotros no era que lo veíamos todos los días al viejo, te digo más, desde que el Cabezón se había ido al norte a laburar, al viejo de él no lo habíamos vuelto a ver ni en la cancha, ni en la calle ni en ninguna parte. Además, el viejo ya estaba bastante veterano porque debía tener como ochenta pirulos por ese entonces. Bah, en realidad ochenta no, pero sus sesenta, sesenta y cinco años los tenía por debajo de las patas.

Entonces, con el Valija, el Colorado y el Miguelito decimos “vamos a la casa del viejo a asegurarnos que va y si no va lo llevamos atado”. Porque también podía ser que el viejo no fuera porque no tuviera guita, qué sé yo. Nosotros ya habíamos pensado en hacer una rifa a beneficio, una kermesse, cualquier cosa. El viejo tenía que ir, era una bandera, un cheque al portador.

La cuestión es que vamos a la casa y... ¿a qué no sabés con lo que nos sale el viejo? Que andaba mal del bobo y que el médico le había prohibido terminantemente ir a la cancha, mirá vos. Nos sale con eso. Que no. Que había tenido un infarto en no sé qué partido, en un partido de mierda después que una pelota pegó en un palo, que había estado muerto como media hora y lo habían salvado entre los indios con respiración artificial y masajes en el cuore, que no había clavado la guampa de puro pedo y que le había quedado tal cagazo que no había vuelto a ir a la cancha desde hacía ya, mirá lo que te digo, dos años. ¡Hacía dos años que no iba a la cancha el viejo ese! Y no era sólo que él no quería ir sino que el médico y, por supuesto, la familia, le tenían terminantemente prohibido ir, lógicamente. No sé si no le prohibían incluso escuchar los partidos por radio, no sé si no se lo prohibían, para que no le pateara el bobo, porque parece que el viejo escuchaba un pedo demasiado fuerte y se moría, tan jodido andaba.

Vos le hacías ¡Uh! en la cara y el viejo partía. ¡Para qué! Te imaginás nosotros, la desesperación, porque eso era como un presagio, un anuncio del infierno, hermano, era un preanuncio de que nos iban a hacer cagar en Buenos Aires, mi viejo. Entonces empezamos a tratar de hacerle la croqueta al viejo, a convencerlo, a decirle “Pero mire, don Casale, usted tiene que estar, es una cita de honor. ¡Qué va a estar mal usted del cuore, si se lo ve cero kilómetro! Vamos, don Casale —me acuerdo que lo jodía Miguelito— ¿cuántos polvos se echa por día? usted está hecho un toro”. Pero el viejo, ni mierda, en la suya. Que no y que no. Le decíamos que el partido iba a ser una joda, que Ñubel tenía un equipo de mierda y que ya a los quince minutos íbamos a estar tres a cero arriba, que el partido era una mera formalidad, que el gobierno ya había decidido que tenía que ganar Central para hacer feliz a mayor cantidad de gente. No sé, no sé la cantidad de boludeces que le dijimos al viejo para convencerlo. Pero el viejo nada, una piedra el hijo de puta. Para colmo ya habían empezado a rondar la mujer del viejo, madre del Cabezón, y una hermana del Cabezón, que querían saber qué carajo queríamos decirle nosotros al vicio en esa reunión, porque medio que ya se sospechaban que nosotros no íbamos para nada bueno.

En resumen que el viejo nos dijo que no, que ni loco, que ni siquiera sabía si iba a poder resistir la tensión de saber que se jugaba el partido, aun sin escucharlo. Porque el viejo los diarios los leía, tan boludo no era, y sabía cómo venía la mano, cómo era la cosa, cómo formaban los equipos, suplentes, historial, antecedentes, chaquetillas, color, todo. Nos dijo más. “Ese día —nos dijo— bien temprano, antes de que empiecen a pasar los camiones y los ómnibus con la gente yendo para Buenos Aires, yo me voy a la quinta de un hermano mío que vive en Villa Diego”. No quería escuchar ni los bocinazos el viejo. “Me voy tempranito a lo de mi hermano, que a mi hermano le importa un sorete el fútbol, y me paso el día ahí, sin escuchar radio ni nada”. Porque el viejo decía y tenía razón, que si se quedaba en la casa, por más que se encerrara en un ropero, algo iba a oír, algún grito, algún gol, alguna cosa iba a oír, pobre desgraciado, y se iba a quedar ahí mismo seco en el lugar. Así que se iba a ir a radicar en la quinta de ese hermano que tenía, para borrarse del asunto.

“Muy bien, muy bien. Te digo que salimos de allí hechos bosta porque veíamos que la cosa venía muy mal. Casi era ya un dato seguro como para decir que éramos boleta. Para colmo, al Valija, el día anterior le había caído una tía del campo y él se acordaba que, en un partido que perdimos con San Lorenzo, esa misma tía le había venido el día antes. Era un presagio funesto el de la tía. Fue cuando decidimos lo del secuestro. Nos fuimos al boliche y esa noche lo charlamos muy seriamente. El Dani decía que no, que era una barbaridad, que el viejo se nos iba a morir en el viaje, o en la cancha, y después se iba a armar un quilombo que íbamos a terminar todos en cana y que, además, eso sería casi un asesinato. Pero al Dani mucha bola no le dimos porque ha sido siempre un exagerado y más que un exagerado, medio cagón el Dani. Pero nosotros estábamos bien decididos y más que nada por una cosa que dijo el Valija: el viejo estaba diez puntos. Había tenido un infarto, es cierto. Pero hay miles de tipos que han tenido un infarto y vos los ves caminando tranquilamente por la calle y sin hacer tanto quilombo como este viejo pelotudo, con eso de meterse en un ropero, o no ir a la cancha, o dejar que te rigoree la familia como la esposa y la otra, la hermana del Cabezón. Por otra parte, y vos lo sabés, los médicos son unos turros pero unos turros que se ve que lo querían hacer durar al viejo mil años para sacarle guita, hacerle experimentos y chuparle la sangre. Y además, como decía el Miguelito y eso era cierto, vos lo veías al viejo y estaba fenómeno. Con casi sesenta afios no te digo que parecía un pendejo pero andaba lo más bien. Caminaba, hablaba, se sentaba, qué sé yo, se movía. ¡Chupaba! Porque a nosotros nos convidó con Cinzano y el viejo se mandó su medidita, no te digo un vasazo pero su medidita se mandó. La cosa es que el Miguelito elaboró una teoría que te digo, aún hoy, no me parece descabellada. ¡El viejo era un curro, hermano! Un turrazo que especulaba con el fato del bobo para pasarla bien y no laburarla nunca más en la vida de Dios. Con el sover del bobo no ponía el lomo, lo atendían a cuerpo de rey y —la tenía a la vieja y a la hermana del Cabezón pendientes de él —viviendo como un bacan, el viejo. Y... ¿de qué se privaba? De algún faso; que no sé si no fasearía escondido; y de no ir a—la cancha. Fijate vos, eso era todo. Y vivía como Carolina de Mónaco el otario. Bueno, con ese argumento y lo que dijo el Colorado se resolvió todo.

“El Colorado nos habló de los grandes ideales, de nuestra misión frente a la sociedad, de nuestro deber frente a las generaciones posteriores, los chicos. Nos dijo que si ese partido se perdía, miles y miles de niños iban a sufrir las consecuencias. Que, para nosotros y eso era verdad, iba a ser muy duro, pero que nosotros ya estábamos jugados, que habíamos tenido lo nuestro y que, de últimas, teníamos experiencias en malos ratos y fulerías. Pero los pibes, los niñitos de Central, ésos, iban a tener de por vida una marca en sus vidas que los iba a marcar para siempre, como un fierro caliente. Que las cargadas que iban a recibir esos pibes, esas criaturas, en la escuela, los iban a destrozar, les iban a pudrir el bocho para siempre, iban a ser una o dos generaciones de tipos hechos bolsa, disminuidos ante los leprosos, temerosos de salir a la calle o mostrarse en público. Y eso es verdad, hermano, porque yo me acuerdo lo que eran las cargadas en la escuela primaria, sobre todo.

“Yo me acuerdo cuando perdimos cinco a tres con la lepra en el Parque después de ir ganando dos a cero, cuando se vendió el Colorado Bertoldi, que todavía se estará gastando la guita, y te juro que yo por una semana no me pude levantar de la cama porque no me atrevía a ir a la escuela para no bancarme la cargada de los lepra. Los pibes son muy hijos de puta para la cargada, son muy crueles. ¿No viste cómo descuartizan bichos, que agarran una langosta y le sacan todas las patas? Son unos hijos de puta los pibes en ese sentido. Y lo que decía el Colorado era verdad. Ahora todo el mundo habla de la deuda externa, y bueno, hermano, eso era algo así como lo de la deuda externa, que por la cagada de cuatro reverendos hijos de puta que empeñaron el país, la tenemos que pagar todos y los hijos y los hijos de nuestros hijos. Y si estaba en nosotros hacer algo para que eso no pasara, había que hacerlo, mi querido. Además, como decía el Colorado, ya no era el problema de la cargada de los pendejos futbolistas, está también el fato del exitismo.

Los pibes ven que gana un equipo y se hacen hinchas de ese equipo, son así, casquivanos. Son hinchas del campeón. Entonces, ponele que hubiese ganado Ñubel y... ¡a la mierda! ... de ahí en más todos los pibes se hacían de Ñubel, ponele la firma. Y no te vale de nada llevarlos a la cancha, conversarlos, hablarles del Gitano Juárez o el Flaco Menotti, ni comprarles la camiseta de Central apenas nacen. No te vale de nada. Los pendejos ven que sale River campeón y son de River. Son así. Y en ese momento no era como ahora que, mal que mal, vos los llevás al Gigante y los pibes se caen de culo. Entonces, cuando van al chiquero del Parque, por mejor equipo que pueda tener Ñul, los pibes piensan “Yo no puedo ser hincha de esta villa miseria” y se hacen de Central. Porque todo entra por los ojos y vos ves que ahora los pibes por ahí ni siquiera han visto jugar a Central o a Ñul y ya se hacen hinchas de Central por el estadio. Es otra época, los pendejos son más materialistas, yo no sé si es la televisión o qué, pero la cosa es que se van de boca con los edificios.

“Entonces la cosa estaba clara, había que secuestrar al viejo Casale, o sino aguantarse que quince, veinte años depués, hoy por ejemplo, la ciudad estuviese llena de leprosos nacidos después de ese partido, y esto hoy, ¿sabés lo que sería?, Beirut sería un poroto al lado de esto, hermano, te juro.

“El que organizó la “Operación Eichmann”, como la llamamos, fue el Colorado. La llamamos así por ese general alemán, el torturador, que se chorearon de acá una vez los judíos y lo nuestro era más o menos lo mismo. El Colorado es un tipo muy cerebral, que le carbura muy bien el bocho y él organizó todo. El Colorado ya no estaba par ese entonces en la O.C.A.L..
La O.C.A.L., no sé si sabés es una organización de acá, de Rosario, que se llama así porque son iniciales, O.C.A.L “Organización Canalla Anti Lepra”. Son un grupo de ñatos como el Ku-Klux-Klan, más o menos, que se reúnen en reuniones secretas y no sé si no van con capucha y todo a las reuniones, o si queman algún leproso vivo en cada reunión. Mirá yo no sé si es requisito indispensable ser hincha de Central, pero seguro seguro, lo que tenés que hacer es odiar a los lepra. Tenés que odiar más a los lepra que lo que querés a Central. Hacen reuniones, escriben el libro de actas, piensar maldades contra los lepra, festejan fechas patrias de partidos que les hemos ganado, tienen himnos, son como esos tipos los masones esos, que nadie sabe quiénes son. Andan con antorchas. Bueno, de la O.C.A.L. al Colorado lo echaron por fanático, con eso te digo todo, pero es un bocho el Colorado y él fue el que organizó todo el operativo.

“Y te la cuento porque es linda, no sé si un día de estos no aparece en el “Selecciones” y todo. Averiguamos qué ómnibus iba para Villa Diego, adonde tenía la quinta el hermano del viejo Casale. Desde donde vivía el viejo, ahí por San Juan al mil cuatro cientos, lo único que lo dejaba en ese entonces, si mal no recuerdo, era el 305 que pasaba por la calle San Luis. O sea que el viejo tenía que tomarlo en San Luis-Paraguay o San Luis-Corrientes, no más allá de eso a menos que fuera muy pelotudo y lo fuera a tomar a Bulevar Oroño que no sé para qué mierda iba a hacer eso. Ahora, la duda era si el viejo se iba a ir en ómnibus o en auto, porque si se iba en auto nos recagaba, pero nos jugábamos a que se iba a ir en ómnibus porque auto no tenía y seguro que el hermano tampoco tenía porque debía ser un muerto de hambre como él, seguramente. Y te digo que la cosa venía perfecta, porque el viejo nos había dicho que iba a salir bien temprano para no infartarse con las bocinas, o sea que nosotros podíamos combinarlo con el horario de nuestra salida para el partido. Porque también nos cagaba si salía a la una de la tarde para Villa Diego porque después ¿cómo llegábamos nosotros a Buenos Aires para la hora del partido con el quilombo que era la ruta y en un ómnibus de línea? Lo más probable es que nos hiciéramos pelota en el camino por ir a los pedos. Y por otra parte, hermano, Villa Diego queda saliendo para Buenos Aires o sea que la cosa estaba clavada, era posta posta.

“Después hubo que hablar con los otros muchachos, porque convencer al Rulo no nos costó nada, a él le daba lo mismo y, además, le contamos los entretelones del asunto. Te digo que el Colora manejó la cosa como un capo, un maestro. El asunto era así, el Rulo es un fana amigo de Central que tiene un par de ómnibus, está muy bien el Rulo. Y en esa época tenía un par de coches en la línea 305. Fue un ojete así de grande, porque si no teníamos que conseguir otro coche, cambiarle el color, pintarlo, qué sé yo, ponerle el número, un laburo bárbaro. Pero el Rulo tenía dos 305 y con uno de ésos ya tenía pensado pirarse para el Monumental el día del partido y más bien que se llevaba como mil monos que también iban para allá. Lo sacaba de servicio y que se fueran todos a la reputísima madre que los parió, no iba a perderse el partido ese.

“Entonces, el Rulo, con los monos arriba y nosotros, tenía que estar con el ómnibus preparado, el motor en marcha, por calle España, estacionado. Y el Miguelito se ponía de guardia, tomando un café, justo en un boliche de ahí cerca desde donde veían la puerta de la casa del viejo Casale. Creo que a las cinco, nomás, de la matina, ya estaba el Miguelito apostado en el boliche haciéndose el boludo y junando para la casa del viejo. Te juro que ni los tupamaros hubieran hecho un operativo como ése, hermano. Fue una maravilla.

“Apenas vio que salía el viejo con una canastita donde seguro se llevaba algún matambre casero, algo de eso, el pobre viejo, el Miguelito cazó una Vespa que tenía en ese entonces, dio la vuelta a la manzana y nos avisó. Cargó la moto en el ómnibus, en la parte de atrás, detrás de los últimos asientos y nos pusimos en marcha. Ya les habíamos dicho a tres o cuatro pendejos, de esos quilomberos de la barra, que se hicieran bien los sotas, que no dijeran ni media palabra y se hicieran los que apolillaban.

Nosotros también, para que no nos reconociera el viejo, estábamos en los asientos traseros, haciéndonos los dormidos, incluso con la cara tapada con algún pullover, como si nos jodiera la luz, o con algún piloto. Te digo que el día había amanecido frío y lluvioso, como la otra fecha patria, el 25 de Mayo. Además, el quilombo había sido guardar y esconder todas las banderas, las cornetas, las bolsas con papelitos, los termos, todo eso. Uno de los muchachos llevaba una bandera de la gran puta que medía 52 metros ¡52 metros, loco! Media cuadra de bandera que decía “Empalme Graneros presente” y tuvimos que meterla debajo de un asiento para que el viejardo no la vichara.
La cosa es que el viejo subió medio dormido y se sentó en uno de los asientos de adelante que ya habíamos dejado libre a propósito para que no viera mucho del ómnibus. Rulo le cobró boleto y todo. Y nadie se hablaba, como si no nos conociéramos. Y como el ómnibus iba haciendo el recorrido normal, el viejo iba lo más piola, mirando por la ventanilla. La cuestión es que llegamos a Villa Diego y el viejo tranquilo. Cada tanto, cuando nos pasaba algún auto con banderas en el techo, tocando bocina, el viejo miraba a los que tenía cerca y movía la cabeza como diciendo “¡Mirá vos!”.

“Se ve que tenía unas ganas de hablar pero nadie quería darle mucha bola para no pisarse en una de ésas. Así que nos hacíamos todos los dormidos. Parecía que habían tirado un gas adentro de ese ómnibus hermano. Como cuando se muere algún ñato ¿viste? que se queda a apolillar en el auto con el motor prendido y lo hace cagar el monóxido de carbono, creo. Bueno, así parecía que a nosotros nos había agarrado el monóxido de carbono. Pero, cuando llegamos a Villa Diego, por ahí el viejo se levanta y le dice al Rulo “En la esquina, jefe.”. Y yo no sé qué le dijo el Rulo, algo de que ahí no se podía parar, que estaba cerrado el tráfico, que había que seguir un poco más adelante y el viejo se la comió, pero se quedó paradito al lado de la puerta. Al rato, por supuesto, de nuevo el viejo, “En la esquina”. Ahí ya el Rulo nos miró, porque se le habían acabado los versos. Y ahí, hermano... ¡vos no sabés lo que fue eso! Fue como si nos hubiésemos puesto todos de acuerdo y te juro que ni siquiera lo habíamos hablado. Empezaron los muchachos a desplegar las banderas, a sacar las cornetas y las banderas por la ventana, y a los gritos, hermano, “¡Soy canalla, soy canalla!” por las ventanas.
“Pero no para el lado del viejo, el pobre viejo, que la cara que puso no te la puedo describir con palabras, sino para afuera, porque los grones, con lo quilomberos que son, se habían ido aguantando hasta ahí sin gritar ni armar quilombo para no deschavarse con el viejo, pero cuando llegó el momento agarraron las banderas, empezaron a sacar los brazos y golpear las chapas del costado del ómnibus y también el Rulo empezó a seguir el ritmo con la bocina.

“¿Viste esas películas de cowboy, cuando los choros van a asaltar una carreta donde parece que no hay nadie, o que la maneja nada más que un par de jovatos y de golpe se abren los costados y aparecen 17.000 soldados que los cagan a tiros? ¿Que levantan la lona y estaban todos adentro haciéndose los sotas? Bueno, ese ómnibus debió ser algo así. De golpe se transfonnó en un quilombo, un escándalo, una de gritos, de bocinazos, cornetas, una joda. ¡Y la gente al lado de la ruta!
Porque desde la madrugada ya había gente a los costados de la ruta esperando que pasaran las caravanas de hinchas. Era para llorar, eso, conmovedor, te saludaban, gritaban, levantaban los puños, por ahí algún lepra, a las perdidas, te tiraba un cascotazo... Pero vuelvo al viejo, el viejo, no sabés la caripela que puso. Porque nosotros lo estábamos mirando porque decíamos: éste es el momento crucial. Ahí el viejo o cagaba la fruta, el corazón se le hacía bosta, o salía adelante. El viejo miraba para atrás, a todos los monos que saltaban y cantaban y no lo podía creer. Se volvió a sentar y creo que hasta San Nicolás no volvió a articular palabra. Te digo que el Rábano, el hijo de la Nancy ya se había ofrecido a hacerle respiración boca a boca llegado el caso, que era algo a lo que todos, mal que mal, le habíamos esquivado el bulto porque, qué sé yo, te da un poco de asco, además con un viejo. Pero mirá, te la hago corta. Mirá, cuando el viejo ya vio que no había arreglo, que no había posibilidad de que lo dejáramos bajar del ómnibus, se entregó, pero se entregó entregó. Porque, al principio, nosotros nos acercamos y nos reputeó, nos dijo que éramos unos irresponsables, unos asesinos, que no teníamos conciencia, que era una, vergüenza, qué sé yo todo lo que nos dijo. Pero después, cuando nosotros le dijimos que él estaba perfecto, que estaba hecho un toro, que si se había bancado la sorpresa del ómnibus quería decir que ese cuore se podía bancar cualquier cosa, empezó a tranquilizarse. El Colorado llegó a decirle que todo era una maniobra nuestra para demostrarle que él estaba perfectamente sano y que incluso el médico estaba implicado en la cosa.

“Mirá hermano, y creéme porque es la pura verdad, ¿qué intención puedo tener en mentirte, hoy por hoy?, mucho antes ya de entrar en Buenos Aires ese viejo era el más feliz de los mortales, te lo digo yo y te lo juro por la salud de mis lujos. El viejo cantaba, puteaba, chupaba mate, comía facturas, gritaba por la ventana y a la cancha se bajó envuelto en una bandera. No había, en la hinchada, un tipo más feliz que él. Vino con nosotros a la popu y se bancó toda la espera del partido, que fue más larga que la puta que lo parió y después se bancó el partido. Estaba verde, eso sí, y había momentos en que parecía que vos lo pinchabas con un alfiler y reventaba como un sapo, porque yo lo relojeaba a cada momento. Y después del gol del Aldo, yo lo busqué, lo busqué porque fue tal el quilombo y el desparramo cuando el Aldo la mandó adentro que yo ni sé por dónde fuimos a caer entre las avalanchas y los abrazos y los desmayos y esas cosas. Pero después miré para el lado del viejo y lo vi abrazado a un grandote musculoso casi trepado arriba de él, llorando. Y ahí me dije: si éste no se murió aquí, no se muere más. Es inmortal. Y después ni me acordé más del viejo, que lo que alambramos, lo que cortamos clavos, los fierros que cortamos con el upite, hermano, ni te la cuento.
Eso no se puede relatar, hermano, porque rezábamos, nos dábamos vueltas, había gente que se sentaba entre todo ese quilombo porque no quería ni mirar. Porque nos cagaron a pelotazos, ya el segundo tiempo era una cosa que la tenían siempre ellos y, ¿sabés qué era lo fulero, lo terrible? ¡Qué si nos empataban nos ganaban, hermano, porque ésa es la justa! ¡Nos ganaban esos hijos de puta! ¡Nos empataban, íbamos a un suplementario y ahí nos iban a hacer refocilar el orto porque estaban más enteros y se venían como un malón los guachos! ¡Qué manera de alambrar! Decí que ese día, Dios querido, yo no sé qué tenía el flaco Menotti que sacó cualquier cosa, sacó todo, vos no quieras creer lo que sacó ese día ese flaco enclenque que parecía que se rompía a pedazos en cada centro. Le sacó un cabezazo de pique al suelo a Silva que lo vimos todos adentro, hermano, que era para ir todos en procesión y besarle el culo al flaco ése ¡qué pelota le sacó a Silva! Ahí nos infartamos todos, faltaban cinco minutos y si nos empataban, te repito, éramos boleta en el suplementario. Me acuerdo que miro para atrás y lo veo al viejo, blanco, pálido, con los ojos desencajados, pobrecito, pero vivo. Y ahora yo te digo, te digo y me gustaría que me contesten todos esos que ahora dicen que fue una hijaputez lo que hicimos con el viejo Casale ese día. Me gustaría que alguno de esos turritos me contestara si alguno de ellos lo vio como lo vi yo al viejo Casale cuando el referí dio por terminado el partido, hermano. Que alguno me diga si, de puta casualidad, lo vio al viejo Casale como lo vi yo cuando el referí dio por terminado el partido y la cancha era un infierno que no se puede describir en palabras. Te digo que me, gustaría que alguien me diga si alguien lo vio como lo vi yo.

¡La cara de felicidad de ese viejo, hermano, la locura de alegría en la cara de ese viejo! ¡Que alguien me diga si lo vio llorar abrazado a todos como lo vi llorar yo a ese viejo, que te puedo asegurar que ese día fue para ese viejo el día más feliz de su vida, pero lejos lejos el día más feliz de su vida, porque te juro que la alegría que tenía ese viejo era algo impresionante! Y cuando lo vi caerse al suelo como fulminado por un rayo, porque quedó seco el pobre viejo, un poco que todos, pensamos; “¡qué importa!” ¡Qué más quería que morir así ese hombre! ¡Esa es la manera de morir para un canalla! ¿Iba a seguir viviendo? ¿Para qué? ¿Para vivir dos o tres años rasposos más, así como estaba viviendo, adentro de un ropero, basureado por la esposa y toda la familia? ¡Más vale morirse así, hermano! Se murió saltando, feliz, abrazado a los muchachos, al aire libre, con la alegría de haberle roto el orto a la lepra por el resto de los siglos! ¡Así se tenía que morir, que hasta lo envidio, hermano, te juro, lo envidio! ¡Porque si uno pudiera elegir la manera de morir, yo elijo ésa, hermano! Yo elijo ésa.